Quienes hayan tenido la oportunidad de conocer a don Julián de Armas, bien como párroco o deán de la Catedral de La Laguna, se habrán dado cuenta de que es una persona muy accesible. Un tacorontero sencillo, sensible y perseverante, muy cercano a las personas, sea cual sea su condición social, y con unas grandes cualidades para las relaciones sociales.

Para mí, que he mantenido un estrecho contacto con él a lo largo de bastantes años, siempre me ha sorprendido su gran capacidad e iniciativa para afrontar retos y ejecutar proyectos de diversa índole. Muchos de los cuales, desde mi modesta opinión, no han tenido la trascendencia pública que deberían, por lo que citaré algunos que me han llamado enormemente la atención.

Durante muchos años fue capellán del Hospital Universitario de Canarias y llevó a cabo su labor junto a los profesionales de la salud. Estuvo al lado de los pacientes, para paliar el sufrimiento y transmitir consuelo a quienes ya se encontraban en fase terminal. Por otro lado, contó con el visto bueno y el apoyo de monseñor Damián Iguacén, quien a finales de los años ochenta le animó a hacer realidad el proyecto de las Casas de Acogida. Una iniciativa que comenzó en El Sauzal y fue creciendo posteriormente hasta las localidades de Icod y Tacoronte.

Una tarea ardua la de mantener a ancianos necesitados de cuidados, que solo a través de una cuidadosa gestión se ha consolidado a lo largo de veintisiete años, gracias a las aportaciones públicas, las donaciones privadas y el empleo de mucha imaginación para generar ingresos. Bajo su dirección, he sido testigo del trato amable y la gran sensibilidad humana y religiosa que ha sabido transmitir, no solo a los residentes sino también al personal y los voluntarios.

Otra faceta que distingue a don Julián de Armas es su gran capacidad para organizar viajes, principalmente de peregrinación a Tierra Santa. Una idea que surgió en la década de 1970 y que fue creciendo año tras año dado el gran interés manifestado por quienes deseaban hacer realidad este sueño. Hasta en cincuenta y siete ocasiones se desplazó a Israel con un número considerable de peregrinos a su cargo, superando a veces los cien asistentes. Yo, que en varias ocasiones tuve la suerte de asistir con él, comprobé cómo vivía y nos transmitía con fervor y fe lo que la Historia Sagrada evocaba en cada uno de los enclaves bíblicos que visitamos.

Pero, quizá, a lo largo de todos los años que colaboré junto a él como presidente de la Asociación Amigos de la Catedral de La Laguna, una iniciativa que monseñor Felipe Fernández le encomendó para buscar fondos y restaurar el templo ante su grave deterioro, pude comprobar la gran tenacidad que puso de manifiesto día tras día y año tras año con su junta directiva, en la que compartí experiencias con el conocido y reconocido historiador Carlos Rodríguez Morales, así como con Esteban Ferraz (publicista, y responsable de comunicación de la Asociación), y con otros miembros de la Junta Directiva. Finalmente, trece años más tarde, se logró la restauración definitiva y su apertura al culto. No obstante, la iniciativa no solo se quedó en eso. Paralelamente y al objeto de dar a conocer a la sociedad puntualmente el estado de las obras, se estableció contacto con las diferentes administraciones canarias, el Ministerio de Cultura e incluso la Casa Real, a quien nos dirigimos para solicitarle a don Juan Carlos I que mostrara un especial interés por el problema de nuestro templo. Y surtió efecto, porque nos respondió transmitiéndonos su apoyo.

Pero las gestiones no acabaron ahí. La junta directiva propició reuniones frecuentes con asociaciones laguneras (Ateneo, Casino, La Económica, Asociación de Vecinos del Casco Histórico, Antiguos Alumnos de la Universidad de La Laguna y particularmente con don José Gámez, presidente del Ateneo, ya difunto). Si estas acciones para la difusión y la concienciación no se hubiesen llevado a cabo bajo las directrices de don Julián, no se habría agilizado la financiación y, en consecuencia, la apertura de la Catedral se hubiese dilatado aún más en el tiempo.

También sería relevante mencionar los dos grandes eventos que la Asociación promovió durante un largo periodo de tiempo. En primer lugar, la Ruta de las Catedrales. Un recorrido por el territorio nacional y posteriormente por el europeo (e incluso Moscú-San Petersburgo, y Turquía) para saber más sobre la cultura y el patrimonio que alberga cada uno de los templos catedralicios, y entornos artísticos cercanos a los mismos. Una experiencia que duró catorce años. En segundo lugar, la organización de conferencias y mesas redondas sobre temas de gran interés social. Por ejemplo, "Laicidad vs Laicismo en la España actual" en el año 2006, en la que participaron representantes de todos los principales partidos políticos del Ayuntamiento de La Laguna. Asimismo, se programaron conferencias sobre temas de actualidad con ponentes relevantes y catedráticos de la Universidad San Pablo CEU (Madrid).

Hoy, por motivos de salud, don Julián de Armas no continuará con la actividad parroquial, pero sí seguirá al frente de sus Casas de Acogida y colaborando en todas aquellas actividades en las que pueda aportar su experiencia y su buen hacer. Ya hay quienes han reconocido su labor desde el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife concediéndole la Medalla de Oro de Canarias y nombrándole Hijo Ilustre de la Isla de Tenerife, respectivamente; de lo cual nos alegramos enormemente. En el nombre de muchos, deseo expresarle nuestro afecto, agradecerle su cercanía y reconocerle su trayectoria ejemplar.

*Profesor y psicólogo