Tal vez, quisiera pensar que no, estamos siendo la certeza de la costumbre, y en apariencia, ya no nos asalta el asombro. Los seres humanos, por lo general, somos más de magnificar lo lejano que lo cercano, demostrando así que la vida viviente es una palabra que busca hacer ver, y en el fondo, no ve nada.

Junto al precipicio de la ceguera se lanza la desgracia, que sin motivo, se convierte en ocasión para morir. No, no hablen de celos, de amores locos, de despechos carnales, no, no lo hagan. Hablen de educación, y con urgencia, extraigan tintas nuevas que frenen los asesinatos de las mujeres y también las violaciones. A través de los lazos conyugales se propaga la experiencia de los sentimientos, junto a ellos nacen los hijos y la proporción exacta de todo lo que convence, en un primer momento, al amor para no romperse. Pero por desgracia se rompe... ¡Y de qué manera!

Por lo general, el fallecimiento de una mujer es el entierro de una madre. Los hombres que matan a las mujeres demuestran maldad, pero no temperamento, un hombre con dos cojones sabe mantener la fidelidad con una mujer hasta la muerte. ¡Qué de niños inocentes quedan huérfanos, y en otros casos, también los matan! No se trata de hablar de las cosas con póstuma nostalgia, se trata de contraer el pensamiento y de administrarle a la educación nuevas proporciones; muchos hombres (desafortunadamente) siguen en el fango del machismo, y también hay muchas mujeres que lo permiten, sí, las mismas que muchas veces salen corriendo y dicen "me voy que va a llegar mi marido y cómo no me vea". ¿Perdona? Una mujer no es propiedad de nadie, resulta que muchos hombres están con los amigos en el bar, ¿y la mujer tiene que estar en casa? Claro que sí ja, ja, ja, haciendo calceta y esperando... Muchos hombres tildan de putas a las mujeres que tienen vida social, pero debido a su embriaguez masculina no ven, que afortunadamente las cosas han cambiado, y aunque el demonio de la imposición todavía pulula, cada vez lo hace menos.

Es preciso entender, para no seguir lamentándose, que durante la infancia se administran todas las armas educativas. Desgraciadamente, muchos hogares siguen siendo el reflejo del patriarcado, y muchos varones están educando a sus hijos con los frutos de sus padres, sin pensar que en otras épocas las mujeres fueron el silencio encerrado en la obediencia y la sumisión. Otro día hablamos de la sexualidad de aquellas mujeres, tuvieron muchos hijos, pero dudo que alguna sintieran un orgasmo...