Es indignante que algunos vehículos frenen inexplicablemente cuando pasan por delante de un accidente. Y que saquen fotos morbosas con sus teléfonos móviles. Pero es la plaga del siglo. Millones de seres humanos -en su mayoría- van por la vida armados de dispositivos móviles con los que suben a las redes sociales su propia intimidad y, a veces, las de los demás. Incluyendo naturalmente las desgracias, accidentes y desastres naturales. Intentar prohibir que los turistas saquen fotos de nuestros incendios -algo pomposa y erróneamente denominado piroturismo, como si la gente sacara sus pasajes sabiendo que viene al fuego- no solamente es inútil sino además es imposible. Vivimos en un mundo intercomunicado en donde cada teléfono móvil es un ojo que todo lo ve. Los informativos de la televisión están llenos de imágenes de inundaciones o calamidades conseguidas por ciudadanos a través de sus teléfonos. No seamos más hipócritas de lo estrictamente necesario.