Un compañero me ha enviado un correo electrónico. Me ha felicitado por los artículos anteriores y me ha sugerido un tema para uno de los venideros. Son esas cosas que le suele ocurrir a quienes se exponen al poner por escrito algunas ideas y proponer su lectura a un público tan amplio y desconocido como el que puede abrir las páginas de la prensa escrita y ser conquistado por un titular. Unas veces gustan y otras, pues no.

Me decía el compañero que no olvidara que en agosto se celebra la fiesta de San Lorenzo. Aunque la fiesta se celebra el 10 de agosto, día del aniversario de su martirio el año 258 quemado en una parrilla, la devoción y fiestas de agostos lo convierten en uno de los santos del mes en numerosos lugares de la geografía cristiana y motivo de numerosas fiestas populares. Murió cuatro días después del papa Sixto II con quien colaboraba como diácono en la Iglesia de Roma administrando sus bienes. Entre la historia y la leyenda se recuerda que, mientras le martirizaban, dijo al verdugo que "puedes ya darme la vuelta que por este lado ya estoy asado". Con buen humor hasta el final de su vida. No está nada mal.

Pero no fue este el testimonio del diácono Lorenzo que más ha marcado la historia. Cuentan que el emperador le pidió que le enseñara los tesoros de la Iglesia, pues había oído decir que él era el custodio de los tesoros de la Iglesia, o sea, el administrador, y que se los entregara. Y eso hizo: llenó la entrada del palacio imperial con todos los pobres a quienes la comunidad cristiana de Roma atendía y, como diácono, él administraba. "Esta es la riqueza de la Iglesia", le dijo al emperador. Otro gesto de sentido del humor, a la vez que una impresionante proclama de dónde está el núcleo y el corazón de las palabras de Jesús.

En muchos de nuestros pueblos y ciudades, especialmente en los cascos históricos, nos encontramos con muchísimos edificios y monumentos declarados BIC, bienes de interés cultural. Muchos de estos monumentos son propiedad de la Iglesia: templos, conventos, ermitas, etc. Y a su cuidado y atención dedica la comunidad cristiana esfuerzo y dedicación. Están llenos de arte, de verdaderas obras de arte de incalculable valor. Son la herencia del pasado creyente de los cristianos de otras épocas que hemos recibido y hemos de custodiar. Y nos lo hemos de tomar en serio.

Sin embargo, esos tesoros no son el tesoro de la Iglesia.

Son los pobres y no atendidos, los enfermos y las personas que están solas, las que no tienen hogar y, porque no están regularizados, no lo pueden tener, los que no tienen acceso a los servicios sociales porque son invisibles?, esos son el tesoro de la Iglesia. La mayor caricia social se realiza cada primer domingo de mes cuando en todos los templos de la diócesis se realiza la colecta para Cáritas. Esa es la mejor inversión en bienes de interés sociales.

Porque toda persona es un tesoro. Bienvenido el humor de San Lorenzo.

*Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

@juanpedrorivero