Estos días se ha celebrado la XIII Siega en Icod de los Trigos (Icod del Alto), un homenaje a don Diego Pérez. Antes de comenzar este artículo partimos de la base de que tanto las fiestas como el trabajo en el campo han estado asociados desde la noche de los tiempos.

Icod de los Trigos es Tierra de Mesa, reúne más de 2.000 ha, siendo uno de los mejores suelos de Canarias. Dispone de buenas condiciones para cultivos de secano como son: el trigo, el millo, las papas de color, los chochos o altramuces, las habas, la avena o el centeno. Una gran parte de este suelo está cubierto de cenizas, helecheras, zarzas y retamas, etc. Se trata de un suelo fértil expuesto a los alisios donde sus veranos son frescos y húmedos.

Don Diego Pérez fue un campesino comprometido que luchó por dignificar, económica y socialmente, a los campesinos, a su gente. En un marco que comenzó con la siega como acto reivindicativo para conseguir una segadora adaptada al territorio, en huertos muy estrechos en lo que no podían entrar las segadoras que se incorporaban en aquel momento. Don Diego también luchó por instaurar una red de riego que se incluyó en el depósito de Los Campeches, así como por la mejora de pistas agrícolas y forestales junto a Antonio Mesa y Pedro Hernández González, entre otros.

La defensa del trigo y las papas debemos situarlas en un escenario social de terrenos valutos, dado los numerosos incendios forestales que han convertido estos espacios en zonas conflictivas por la gran cantidad de pirómanos que andan sueltos en la Isla. Sin embargo, con la incorporación de la polilla guatemalteca, se hace otra lectura desde el Área de Agricultura del Cabildo, encontrando en la rotación de cultivos una manera de hacer menos violento el dominio de esta plaga.

El trigo no sólo es un cultivo que nos aporta algo básico de lo que somos deficitarios (como es el gofio); es mucho más. Se puede interpretar como una herramienta que hace productivo un amplio territorio, o una barrera contra el fuego entre el mayor pinar de Canarias y las zonas pobladas del Norte de Tenerife.

El trigo es algo más que hoces, guadañas (pantalones con remiendos, imitando la miseria de otros tiempos). Debemos predicar y dar trigo y millo de la tierra; abaratar los costes para que a los agricultores les sea más rentable. No es de recibo que hagamos fiestas cuando los agricultores tienen gran parte de la cosecha del año pasado sin vender, o como ocurrió en el 2017 que no se les permitió segar el trigo por supuestos riesgos de incendio con la trilladora.

Por eso, don Diego puso en marcha una lucha para dignificar a los campesinos de la zona. Ahora estaría revindicando precios mínimos garantizados, tanto para las papas como para el trigo, pero también lucharía por desarrollar mejoras económicas y sociales para los agricultores que se esmeran en tener los cultivos más cuidados, trigo sin avena o sin hierba, campos limpios de cenizos, helechos, zarzas...

En pocas palabras, la fiesta de la trilla debería de ser un encuentro entre el ayer y el mañana, donde los campesinos mayores y los jóvenes incorporaran al campo la sabiduría del ayer sin discriminar lo que debíamos hacer y hoy es útil. Por ejemplo, arrendar papas con un mulo, la rotación de cultivo, el intercambio de semilla. Para segar tenemos máquinas. Hagan un buen museo con parte del material de ayer, demos premios a los mejores agricultores de la comarca, sembremos estímulos en el campo, etc.

La parcelación tal como se conserva no ayuda, debemos hacer un esfuerzo en mejorar para tener los terrenos sin maleza y con menos mundicia. Tenemos que crear estímulos para los que cultivan la tierra, para los que demandan lo que consiguen los agricultores, el gofio de la tierra, las piñas de millo de aquí, las papas bonitas, el queso, el vino... Elementos claves en la vida y en la fiesta de esta tierra que nos ayudan al mantenimiento de un campo con menos incendios y más solidario entre los urbanos y los campesinos, pongamos como referencia a cho Juan Perenal.

Fiestas de la Trilla, con solidaridad, con los que siembran y cultivan, con quiénes dignifican la cultura local, el paisaje y el paisanaje; hagan un museo con los instrumentos del otro día. Ahora hemos de revalorizar el gofio del país y a los buenos agricultores, como referencia de una sociedad sostenible. No estamos para hacer fiestas separadas del compromiso con el campo y sus gentes.

Dignifiquemos a los agricultores y a los molineros que tuestan y muelen el gofio. Tengamos compromiso comprando lo que da la tierra.