Aprender habilidades de relajación es algo de lo que todos sacaríamos un gran beneficio. Y es que aprender a relajarse debería ser una prescripción médica. La relajación es una de las diferentes herramientas que podemos utilizar para combatir el estrés.

El ritmo de vida que llevamos nos conduce con frecuencia a vivir de una manera acelerada, con ansiedad, estrés, prisas, pensamientos negativos, etc. Desde que despertamos, de manera automática, nos sobrecargamos con las obligaciones y responsabilidades que nos impone la vida más las que nos autoimponemos nosotros mismos. Muchas veces es como si lleváramos activado el piloto automático hasta que nuestro cuerpo nos avisa que nos estamos sobrepasando de velocidad. Pero cuando el cuerpo da este aviso, ya hemos superando sus límites. Cuando llevamos tiempo haciendo un sobreesfuerzo con nuestro cuerpo, a este le cuesta recuperar de nuevo sus niveles óptimos de salud, ya que le hemos estado exigiendo por encima de sus posibilidades durante bastante tiempo.

Lo cierto es que dedicar un tiempo a la relajación, hasta convertirla en un hábito, es esencial para el bienestar y productividad. Esto es lo que deberíamos lograr los fines de semana y en vacaciones, pero por diferentes razones no siempre nos resulta sencillo poder desconectar. Incluso, en ocasiones, nos sentimos presionados o con la sensación de estar perdiendo el tiempo por no estar haciendo nada. No disfrutamos ni siquiera de una siesta en el sofá ya que lo interpretamos como estar desaprovechando nuestro día libre. En estas situaciones, debemos cambiar el enfoque. En vez de esperar a estar mal para frenar el ritmo, ¿por qué no dedicamos unos minutos al día a una actividad que nos haga sentir mejor?

1.- Dale un descanso al cuerpo. Cuando nos distraemos del problema que tenemos, es cuando aparecen las mejores soluciones. Cuando la persona se encuentra en reposo, disminuye la actividad eléctrica entre los dos hemisferios del cerebro permitiendo una mejor sincronía que te permite acceder a los dos lados de la mente. Es por ello que encuentras mejores ideas y soluciones, cuando estás relajado.

2. Desde la psicología, trabajamos varios tipos de relajación. Un tipo de relajación sencilla, efectiva y rápida de hacer es la respiración abdominal. Se trata de aprender a respirar bien mediante una respiración diafragmática, que es la respiración mas completa y profunda. Cuando estamos en situaciones de estrés, nuestra respiración se agita y se hace menos profunda. Con esta técnica, hacemos que nuestra respiración vuelva de nuevo a un ritmo más suave que nos facilita la relajación. Cogemos aire por la nariz y lo llevamos al abdomen. Una vez ahí, aguantamos la respiración 3 segundos para luego continuar soltando de nuevo el aire muy lentamente por la boca y siempre soltando más aire que el inspirado. El objetivo es dirigir el aire inspirado a la parte inferior de los pulmones. Durante este proceso es muy importante mantener la atención en la respiración.

Recuerda que nuestro cerebro es nuestro ordenador central. Todo lo que nos ocurre en el plano corporal tiene su reflejo en la mente, y de igual manera, todo lo que pensamos y sentimos tiene su reflejo en el cuerpo. El corazón y el cerebro están en continua relación. Ante situaciones de estrés y miedo, el ritmo cardiaco aumenta y la actividad cerebral se dispara. Controlar la respiración nos ayudará a manejar adecuadamente una experiencia estresante o de temor.

Debemos saber que, si nos vencen los nervios, algunas funciones básicas de nuestro cuerpo tan simples como respirar pueden ayudarnos mucho a salir de ese estado. Practica y observa los resultados. La verdad, es que son beneficiosos.

"Inhala el futuro, exhala el pasado y siempre respira el ahora".

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