No es una película de Stanley Kubrick. Tampoco se trata de una historia relatada en la Edad Media bajo la pluma del escribano de la Inquisición por herejía. Ocurre a más de 5.000 kilómetros de nuestro país. La lucha por los derechos humanos es innegociable, sin embargo, su defensa acarrea consecuencias atroces para sus activistas. Son cientos los casos de represión y terrorismo contra la libertad, pero existe uno que por su calado y dureza ha generado miles de mensajes exigiendo justicia. Nasrin Sotoudeh, reconocida abogada iraní, cumple una condena de 38 años de cárcel y 148 latigazos, una de las penas más duras conocidas hasta la fecha contra activistas defensoras de los derechos humanos. Una guerrera que representa el símbolo de la lucha de las mujeres en Irán, que ha dedicado toda su vida a la defensa de los derechos humanos de militantes feministas, niños maltratados, menores amenazados por sentencias de muerte, periodistas independientes o mujeres que se oponen a las leyes obligatorias sobre el hiyab. Tal y como cuenta Amnistía Internacional y Público, "la activista fue detenida, encarcelada y recluida en régimen de aislamiento en 2010 bajo acusaciones de propaganda contra el Estado y conspiración contra la seguridad nacional. Fue maltratada y se mantuvo en huelga de hambre durante un mes. Tres años después de esa detención fue puesta en libertad. Libertad temporal, con la prohibición de ejercer su profesión, controlada y vigilada".

"En 2018 volvió a ser detenida, acusada ahora de difusión de propaganda, desacato al líder supremo de la revolución iraní, Alía Jamenei. También la acusaron de ser miembro de una organización de derechos humanos y de avivar la corrupción y la prostitución, por defender la libertad de las mujeres de usar o no el yihab", relata Amnistía Internacional.

Sotoudeh tiene, entre otros, los premios Sajarov, PEN y Derechos Humanos de la Abogacía Española, pero no los pudo recoger porque no la dejaron salir de su país. Sigue encerrada en una cárcel iraní, de nuevo ilegítimamente, junto con miles de ciudadanos inocentes. Los 38 años de condena son la demostración de una realidad que no permite ni la disidencia ni el ejercicio de los derechos legítimos por los ciudadanos.

"También están condenadas otras mujeres que ha defendido y a las que los gobernantes iraníes les niegan derechos fundamentales. Nasrin ha sido condenada por defender los derechos fundamentales, en juicios sin garantías procesales y sin poder ejercer su defensa, por un poder judicial designado y sometido al poder político".

Amnistía Internacional recuerda "el silencio de los gobiernos de la Unión Europea, de las organizaciones internacionales, de las organizaciones progresistas de mujeres, de los órganos internacionales de abogados, de los defensores de los derechos humanos y reclama la liberación de Nasrin antes de que sea demasiado tarde". Muchos se preguntan cuál es el verdadero motivo del castigo a Nasrin, y en esta reflexión puede estar la clave: "¿Sabes por qué Nasrin Soutodeh fue sentenciada a 38 años de prisión y 148 latigazos? Porque no le teme a los ayatolás y defiende los derechos fundamentales", tuiteó Mahmood Amiry-Moghaddam, exrefugiado iraní que ahora es neurocientífico y profesor en la Universidad de Oslo, Noruega. Otro de los casos más sorprendentes es el de Scott Warren, un profesor de la Universidad del Estado de Arizona que se enfrenta a 20 años de cárcel por dejar agua para inmigrantes en la frontera. Se trata de dos cargos por conducir un automóvil dentro del Refugio Nacional de Vida Salvaje de Cabeza Prieta y por "abandono de propiedad", en este caso galones de agua que tenían el propósito de salvar las vidas de inmigrantes indocumentados que cruzan por esta zona desértica. Luego nos movilizamos cuando se cae Facebook o Twitter.

@luisfeblesc