Has pedido un cortado natural en la barra del bar. Te preguntó el camarero si lo querías con sacarina y le dijiste que no, pensando para ti si en la cara llevabas los niveles de glucosa en sangre señalados. Es lo que tienen los años que los otros ven en nosotros. Con una mirada rápida has ubicado quién tiene el periódico. Está terminando. Antes de que llegue el cortado ya te has hecho con él y recorres la portada buscando algo que te llame la atención. Suelen ser creativos a la hora de configurar la portada.

En lo que uno se toma un cortado no da tiempo de profundidades analíticas de la prensa escrita. Pasas las páginas asomándote a los titulares por si alguno es capaz de conquistarte y hacerte dedicar algo más de tiempo a la lectura. Difícilmente se leen artículos de opinión en la barra de un bar a no ser que su titular sea extremadamente llamativo. Por eso nos cuesta tanto a quienes colaboramos en esta sección poner un título que responda tanto a su contenido como al deseo de que llame la atención al lector.

Sigo imaginando que, por el arte de las causas segundas, con el cortado a medio beber, has tenido la valentía de adentrarte en este escrito. No sé si fue el título o la palabra "Cáritas" en el crédito de su autor. Lo cierto es que has comenzado a desgranar el negro sobre blanco de sus párrafos y has llegado hasta aquí. Es un honor saludarte y desearte un buen día. Es una experiencia extraordinaria tocar el punto neurálgico en el que se encuentran misteriosamente escritor y lector.

Un periódico tiene en sus tripas mucho más de lo que uno alcanza a descubrir en la barra de un bar. Todos los que en él escriben tienen algo que decir. Estemos o no de acuerdo, sus palabras se entrecruzan y dialogan contigo. Es, de alguna manera, un encuentro interpersonal mediado por la alfombra informativa que, como a Aladino, nos lleva de un lado a otro haciéndonos conocer espacios nuevos o a recordar lugares conocidos. Los ojos de otro completan siempre nuestra mirada. Es una experiencia rica poder leer lo que otros escriben.

¿A dónde quiero ir? Supongo que lo habrás imaginado de haber llegado conmigo a este punto. No nos podemos quedar con los titulares, no es suficiente. Es como cuando pasamos la pantalla del móvil en una red social sin pinchar e ir a donde nos invitan a visitar. Nos quedamos con las ramas de las zanahorias. Perdemos los rábanos de lo que inquieta el alma ajena. Al menos tú y yo tenemos la ocasión de desprendernos de la superficialidad que es criticada cuando alguien afirma de otro que sus conocimientos son amplios como el océano de dos dedos de mera profundidad.

Hace algunos días alguien definió Cáritas como "dar una bolsa de comida en el salón parroquial". Y pensé que esta persona, como en el ejemplo que vengo imaginando contigo, no ha leído ni el titular de la noticia siquiera. Se ha quedado con los viejos titules de los años sesenta sin entrar en la buena noticia de un artículo de hondura y profundidad que genera, desde el esfuerzo voluntario de las comunidades parroquiales, una ingente y extraordinaria labor social con los más pobres y no atendidos de nuestra sociedad.

Como decía mi abuelo, "Las hojas tienen rábanos".

* Delegado de Cáritas Diocesana de Tenerife

@juanpedrorivero