Las nuevas tecnologías. Hasta nuestros dibujos animados, sí, los que veíamos los sábados antes de la película de Sesión de Tarde, se asustarían. Marco, el pibe del pueblo italiano, el que vivía en una humilde morada, no habría tenido que ir a buscar a su madre por medio mundo. Le habría mandado un whatsapp, a ver dónde estaba y listo. Hubiera visto el doble tick azul y se habría quedado tranquilo, sin salir del puerto italiano más allá de las montañas. Y si el chico hubiera necesitado dinero, su madre le hubiera mandado un bizum, recibido al móvil.

Imaginen a Heidi, chateando con Pedro sin necesidad de hacerse 10 km con las cabras y dar sus clases por Skype sin tener que soportar a la señorita Rotermeyer. ¿Y qué me dicen del comando G, aquellos luchadores? Habrían tenido mejor comunicación en la nave con su videollamada. Mazinger Z y Afrodita habrían tenido mejor relación de amor, sin tanto puño y pechos fuera. ¿Se acuerdan?

Orzowey, con un buen geolocalizador, no hubiera tenido que correr tanto por la selva con aquel horroroso taparrabos. Con un par de cámaras controladas por móvil, el coyote hubiera atrapado al correcaminos, y en la carrera de los autos locos, Pierre Nodoyuna, con un buen Iphone y aplicaciones podía haber ganado a Pedro Bello. Cómo ha cambiado todo. Hasta en política ha cambiado todo, y no son dibujos animados.