De vez en cuando hay que escribir de amor. Sin miedo. Hay alguien que me lo tiene medio prohibido, pero a veces hay que dejar de lado el análisis político, los temas sociales y la crítica, para hablar de las cosas del querer. De hecho creo que Ángel Víctor Torres debería crear una Consejería del Querer. En este mundo donde el odio camina a sus anchas, todavía hay quien se mira a los ojos y se quiere.

Pueden ser ojos azules, verdes o color de la Coca Cola. Son las miradas del querer. Una mano pegadita a la otra, esos pies que se tocan por la noche en la cama, ese platito de comida a medias, ese cortadito, pegaditos en la barra de cualquier cafetería, o ese besito de madrugada cuando hace frío. ¿Esa caricia en la cara? Sigan leyendo y se pueden venir arriba, no tengan miedo a querer.

La ruindad de robar una flor para ofrecerla. Preparar unos huevos fritos con papas para compartir, porque lo simple se quiere. Qué ricos, ¿no? Abrazarte por la mañana, un besito en el cuello, esa mano en la cintura. Son tantas las cosas del querer, que le ganan a las del odio. En este mundo estúpido hasta cierto punto, donde nos come la política, la traición y la miseria, todavía queda algo de querer. Y hay que cuidarlo. Son las cositas del querer. Y seré tonto o no, depende. Pero si lo soy, tonto termino. Eso sí, queriendo mucho.