Coalición Canaria ha sido el partido que más tiempo lleva gobernando una comunidad autónoma en España. Más pronto o más tarde tenía que finalizar esa época y llegar el cambio. Podemos analizar mil variables sobre por qué se ha producido la alternancia, y la fuerza con la que ha llegado, colocando a los socialistas en la cabeza de prácticamente todas las instituciones, o dar por hecho que esto tenía que ocurrir. En veinticinco años de profesión no he conocido otro partido en el poder que CC. Lejos de satanizarlos, han jugado sus cartas con astucia hasta hoy, y han sabido defender a Canarias en el seno del Estado. CC ha ganado el ayuntamiento de Santa Cruz, el de La Laguna, el Cabildo de Tenerife, y sin embargo no gobernará en ningún sitio. Las normas con las que ellos tanto tiempo han gobernado se les han vuelto en contra. Los nacionalistas poseen grandes mentes en su seno, como todos los partidos, además de ilustres catetos, como todos los partidos. La pérdida ayer del Cabildo, con el transfuguismo de los rancios de Ciudadanos, ha dado la presidencia a Pedro Martín.

Pedro es un buen gestor en lo que se refiere a su municipio, que es lo que sabemos hasta ahora, y en él se depositan las esperanzas de un Tenerife distinto. Que podrá ser o no. Carlos Alonso, a mi juicio, ha sido un gran presidente, víctima de un partido que no ha sabido encajar el final del bipartidismo. La zurda toma el poder con unas ganas y un ímpetu con el que no pueden defraudar, al menos a Tenerife y sus principales plazas como Santa Cruz o La Laguna. Ayer CC se intentó agarrar al poder en el Cabildo, pero sin éxito, y no me gustaría acabar este escrito sin agradecer a Carlos Alonso, al que considero una mente privilegiada, sus años de dedicación y sin desearle a Pedro Martín toda la suerte del mundo, porque la suya será la nuestra. Respecto a ciertos líderes de Ciudadanos, que los parta un mal rayo. Entramos en una era nueva, y para muchos, como yo, desconocida. Ojalá el PSOE haga realidad los anhelos y acuerdos del Estado con Canarias y se abra una puerta de colaboración. No queda otra.