No habíamos terminado de leer su libro sobre el Rastro madrileño cuando aparecía, 25 años después, la última edición de Las armas y las letras de Andrés Trapiello. Oportunidad para mí, prestado el libro y jamás devuelto, ahora podría recuperarlo ampliado. El mismo autor dice que es una obra inacabada y que otros podrán proseguir su senda. Las letras son las que se escribieron antes y durante la Guerra civil y las armas las que se emplearon, sobre todo en retaguardia. Teresa León y Rafael Alberti los calificaron como los "mejores años de nuestras vidas", cuando con buzos de obreros primorosamente planchados hacían la revolución en la Guerra civil (Barrio Salamanca). El prístino desvelo progresista: la afectación estético moral.

Lo concienzudo de su investigación, aliviada de la plantilla académica en favor de la literatura, permite y ese es un gran mérito, descubrir realidades objetivas, sin sustento político-ideológico de parte. Este gran libro nos permitió saber hace 25 años de Manuel Chaves Nogales. No estaba editado en España, y hoy puedes comprarte tres libros que no tienes en la misma librería de Sevilla. El literato y eximio periodista dijo que el 19 de julio del 36 ya no existía la República, además de ilustrarnos sobre una tercera España pacífica, democrática y liberal, la que horrorizaba a los dos bandos (las falsas dos Españas) que optó, como él, por el exilio. De lo que se derivó otra carga sobre el sacrificio, el ser completamente olvidados por las dos Españas guerreras. Trapiello debela muchos mitos -seguramente él solo sea el mayor revisionista de la historia reciente de España-, otro es que en torno a la República se alinearan los mejores escritores. En contra de su fino espíritu crítico y principios literarios hace una "tabla relacional" de autores: no son más ni mejores los republicanos. Su condición de perdedores de la guerra los encumbró y mitificó a bastantes más de la cuenta, por una suerte de compensación.

La lista de los que no quisieron saber nada del aquelarre de fuego y odio, forman una conspicua lista: Clara Campoamor, Gómez de la Serna, Juan Ramón, Ortega, Pérez Ayala, Baroja, Azorín, Marañón, el propio Chávez Nogales.

La nueva edición ha ido incorporando nuevos personajes injustamente olvidados. A la par que disuelve más prejuicios y supercherías ideológicas, sin refutación posible, descubres que cabía la objetividad, el rigor y el significado unívoco de pocas cosas. Una, que hubo una tercera España de inusitada madurez y dignidad. Gran estafa, la memoria histórica.