De una sociedad sin vínculos tenemos todos numerosas experiencias y un ramillete notable de ejemplos que pudiéramos exponer. Nos quejamos y, seguramente, lo padecemos nosotros mismos. Nos llamamos sociedad, precisamente, porque entre nosotros existen vínculos de todo tipo.

Hace ya algo más de un mes, el pasado 12 de junio, en la Sede de Cáritas Española, en Madrid, se presentó, a nivel de todo el Estado, el VIII Informe Foessa sobre Exclusión y desarrollo social en España. Este VIII Informe ha sido realizado por un equipo de investigación formado por 125 investigadores de 30 universidades y 13 organizaciones de acción e investigación. El trabajo de campo se ha desarrollado con el apoyo de más de 350 encuestadores profesionales, que han llamado a más de 139.000 puertas de 17 Comunidades Autónomas, recogiendo la información de 29.000 personas de 11.600 hogares, donde se han sentado durante más de una hora para conocer a fondo su situación. Su valor científico es incuestionable y a toda persona preocupada por el bien común de la sociedad en la que vive, cuánto más los responsables políticos, deberíamos tenerlo en cuenta.

En Canarias tendremos que esperar al 19 de septiembre próximo para conocer el Informe Autonómico Foessa correspondiente a este VIIIº estudio. Esperemos que para entonces ya tengamos todas las instituciones funcionando y atentas a las necesidades sociales de la comunidad autónoma, porque me consta que los responsables de Cáritas quieren hacerles llegar y comentar las prioridades que nacen de un estudio serio y riguroso que pretende superar la demagogia en las propuestas, yendo a la raíz de los problemas y mirando la mejor forma de resolverlos entre todos.

El Informe Foessa es propositivo. Describe la patología social y propone un escenario terapéutico: Señala, entre otros aspectos, que para poder enfrentarnos al futuro, perder el miedo y fortalecer los mecanismos de inclusión de la ciudadanía en nuestra sociedad, son necesarias un conjunto de grandes conversaciones cívicas que adecuen definitivamente nuestra forma de convivencia ante este proceso de mutación social que en el Informe se denomina la sociedad desvinculada.

Destacan tres retos. 1. Crear un nuevo escenario con responsabilidades compartidas, para dialogar en torno a la creación de un sector público compuesto por el espacio de trabajo conjunto de las Administraciones públicas, las entidades no lucrativas y las empresas sociales, con las iniciativas ciudadanas y profesionales. 2. Reflexionar sobre si queremos garantizar el acceso a la supervivencia de las personas a través de mecanismos de prestaciones y rentas condicionadas o mediante fórmulas de rentas garantizadas. 3. Conseguir que las personas, inmersas en un mundo que promueve el individualismo, accedan a convertirse en una comunidad para facilitar el acceso de terceros. La pregunta está en cómo hacer que la ciudadanía colabore, lo que no se consigue ni a golpe de decreto ni por presión.

De una sociedad desvinculada a una comunidad comprometida. Ese será el reto que hemos de abordar entre todos en los próximos años. Y será un reto liderado no por unos cuantos frente a unos tanto, sino por todos. Esto no son voluntarismos particulares, sino la común construcción de una sociedad más y mejor vinculada.

* Delegado de Cáritas Diocesana de Tenerife

@juanpedrorivero