Cuando creas la serie más vista de la historia de Netflix en lengua no inglesa hay quién piensa que poco tienes que hacer en tu regreso a los ruedos para triunfar. Pero nada más lejos de la realidad. Es verdad que muchos espectadores le dieron ayer al "play" en su smart tv con ansias de seguir las andanzas de los protagonistas de "La casa de papel" -no se puede negar que había ganas del estreno mundial de la tercera temporada después del buen sabor de boca que dejaron las dos primeras tandas de episodios-, pero no es menos cierto que la gran cantidad de oferta que existe en el mundo de las series hace que si una ficción no te engancha no pases del tercer capítulo. La historia creada por Álex Piña tiene este año un reto: el de cumplir las expectativas de los cientos de miles de espectadores que han llevado esta serie al olimpo de las mejores ficciones de todo el mundo. ¿Lo consigue? Pues algunos dirán que sí y muy pocos opinarán que no.

Los primeros cambios en la serie en esta primera temporada producida por Netflix se notan desde el primer minuto del capítulo uno de esta nueva tanda. A nivel visual el estándar de calidad de Netflix -tan exigente y tan diferente al de Antena 3, a pesar de que el canal en abierto es el mejor en este sentido de cuantos emiten en España-, hace que el espectador se sitúe nada más empezar ante una gran superproducción. Pero ¿y la historia? En esto el equipo de producción y guion de Netflix no se ha arriesgado demasiado que digamos.

Pasando quizá demasiado de puntillas por las vivencias de los protagonistas del robo más famoso de la historia en los dos últimos años, "La casa de papel" narra el nuevo reto al que se enfrentan estos ladrones: robar el oro del Banco de España. Casi la misma historia y los mismos ladrones pero con diferente escenario. Se nota, eso sí, lo cuidado de la fotografía de una serie en la que sus actores protagonistas acaban de redondear con su talento los personajes que nacieron en el año 2017 ante cuatro millones de espectadores.

Guste o no esta temporada hay dos cosas que parecen claras. La primera es que las nuevas plataformas de pago por visión logran cosas que las cadenas privadas que emiten en España ni sueñan, como por ejemplo apostar por productos de calidad a pesar de la audiencia. Lo otro que demuestran el Profesor y sus secuaces es que ni los productores españoles ni los actores de series made in Spain tienen ya a día de hoy nada que envidiar ni al resto de sus colegas europeos ni a los grandes nombres de la ficción americana.