Cuando, después de su última derrota electoral, alguien le preguntó a Benjamin Disraeli su opinión sobre el nuevo gobierno de Su Majestad, encabezado de nuevo por su adversario William Gladstone, el exprimer ministro respondió: "Mire, déjeme dos o tres días sin hacerme más enemigos". Hay gente que ya lo sabe todo sobre el nuevo Gobierno de Canarias, aunque los consejeros apenas se han podido sentar en los despachos, cada uno hijo de su padre y de su madre. Los nuevos responsables han adoptado un tono moderado y más bien lacónico, salvo, como era ligeramente previsible, Noemí Santana, que se apresuró a proclamar que lo primero que hará es aprobar la renta básica "que recoge el Estatuto de Autonomía de Canarias". Bueno, digamos que a) el Estatuto de Autonomía que, a propósito, no fue votado favorablemente por Podemos, no habla de una renta básica, sino de una renta ciudadana, b) no existe un acuerdo explícito de las fuerzas integrantes del pacto de gobierno sobre las características y el coste presupuestario del mecanismo, c) su despliegue necesita el desarrollo de una ley con su correspondiente reglamento y no lo firma ningún consejero como si se tratara de un ukase. Cabe esperar que el ímpetu de la consejera Santana se deba a su entusiasmo adánico más que a otra cosa.

Finalmente Chano Franquis entró en el Ejecutivo, encargado de Obras Públicas, que es una consejería realmente muy muy franquis, otro milagro de la renovación política que representa el Pacto del Florido Pensil, porque el entrañable compañero grancanario, otrora tutor y amigoenemigo íntimo del presidente, lleva tanto tiempo instalado en la política que probablemente llegó a trasladarse en bisonte oficial. Franquis viene a representar la guardia pretoriana unipersonal de Ángel Víctor Torres en el seno del equipo gubernamental, con todo el poderío defensivo y la peligrosidad para los césares de una guardia pretoriana con las cholas gastadas y la espada afilada, mientras se confirma la llegada a la Viceconsejería de Presidencia de Antonio Olivera, quien rechazó el área de Economía y Empleo -dicen los que saben de estas cosas- porque prefería las cocinas más íntimas del Gobierno y en quien descansa una ilimitada confianza por parte del presidente.

Todos los demás son políticos más o menos experimentados, salvo la profesora María José Guerra, inesperada beneficiaria de la extraña suposición, extendida a izquierda y derecha, según la cual un catedrático universitario sin ningún contacto con la economía o el derecho es la mejor opción para dirigir la Consejería de Educación. Todas las miradas de concentran (todavía) en Román Rodríguez, vicepresidente y consejero de Hacienda, Planificación y Asuntos Europeos, porque la opinión generalizada es que si el Gobierno corre el riesgo de tensiones internas y crisis incontrolables se derivarán del irreprimible afán protagónico de Rodríguez y su tentación de escenificar a diario una presidencia paralela. He terminado por creer lo contrario. Si el expresidente reprime su muy contrastado narcisismo -y dispone de recursos intelectuales para hacerlo- puede transformarse en lo inverso: en el pegamento del Gobierno de Torres por sus excelentes relaciones con varios de los consejeros socialistas y con la propia Noemí Santana, que en sus mocedades militó en Nueva Canarias. Es su opción más inteligente, aunque ya se sabe: a menudo el escorpión no pude vencer su naturaleza y termina clavando el aguijón. Pero este escorpión puede ser destituido y perder el Cabildo de Gran Canaria. Se aguantará.