Ayer fue San Benito en La Laguna. "San Bonito", como decimos los que vamos por esa tribu lagunera. Ayer me despertó la Diana floreada, con sus cornetas y tambores, y me recordó que llegó la romería lagunera, otro año más, con aromas de carne fiesta y de conejo en salmorejo. Mi vecina me mató el olfato desde por la mañana. Y calderas, que no calderos, de garbanzas. Y ventanas y balcones adornados. No faltaron las banderas de Canarias y de Tenerife, en los balcones. Había que poner el barrio bonito, porque es "San Bonito".

Vi a la gente llevar las papas de allá para acá. La casa canaria, sin papas, no es casa. Sin mojo tampoco. ¿Cuál prefieren, el rojo picón o el verde de cilantro? Y ojo, la pella de gofio que no falte. La casa limpia antes de la fiesta. Sonaban los cencerros de las vacas y los cascabeles de las cabras, con lazos rojos en los cuernos, para proteger de mal de ojo y que no se le corte la leche.

Son nuestras tradiciones y se respetan, independientemente de política e ideologías. Da igual que en La Laguna haya cambiado el gobierno, alcalde y concejales (conocidos entre los vecinos como "tollos"). Hay que mantenerlas y enseñar a las nuevas generaciones qué son, cuánto sentimiento implican, a quién honramos, cuándo las celebramos, sin tener en cuenta, repito, ideologías. Viva San Benito.