Los tiempos cambian y a qué velocidad. Si ahora uno de nuestros hijos quiere estudiar algo, nos sorprendemos con esos nuevos ciclos o carreras que han ido apareciendo a lo largo de estos últimos años... nos asusta porque no sabemos realmente las salidas que puedan tener, ¡es todo tan incierto! y si a eso le sumamos la alta competitividad existente y lo que cada vez más difícil se ve el futuro laboral, al final lo único que deseamos es que tengan su futuro económico resuelto y que sea, al menos, haciendo lo que les guste. Se oyen diferentes grados, todos con nombres que, a los que pasamos cierta edad, nos parece chino y sinceramente no sabemos ni qué es, ni cómo se puede llegar a trabajar en eso de forma estable. Para nosotros los estudios clásicos nos resultan más seguros simplemente por la propia experiencia vital y la lógica de la seguridad y la racionalidad, pero claro, es nuestra lógica y nuestra racionalidad, porque cómo ya dije antes... los tiempos cambian y el mundo laboral también ...

El mundo cambia tanto y a pasos tan agigantados, que hay profesiones que no somos ya capaces de digerir. Vemos a padres que interpretamos como afortunados, porque tienen hijos que van "derechitos" y aparentemente responsables hacia una línea más tradicional, ¿no?... también vemos a otros que nos da intriga o nos producen miedo, ya que su hijo estudia no sé qué cosa en no sé dónde?Pero si ya esa situación nos puede parecer angustiosa en algunos casos, la historia se nos complica cuando llega el hijo o hija que te suelta papá, mamá, ya sé que quiero ser, ¡quiero ser influencer! Y entonces ahí, ¡te quieres morir!

Realmente un influencer no te avisa de qué quiere llegar a serlo, simplemente empieza. Hoy en día existen miles de herramientas para acceder a ese mundo de forma simple. Un Facebook, un Instagram, un blog, YouTube?cualquiera que tenga acceso a internet puede usar esa herramienta para darse a conocer y así empezar esa "supuesta" carrera hacia el éxito. Pero ¿qué éxito?

Un influencer es una persona pública, que se ha hecho famosa a través de Internet y que encuentra en el ámbito digital su principal ámbito de influencia. Se trata de personas que se convierten en celebridades, con miles o millones de seguidores en las redes sociales.

En general un influencer es alguien capaz de viralizar contenidos (otro término nuevo?): es decir, alguien que es capaz de multiplicar la difusión y la propagación de imágenes, videos, etc. Por lo que incide en las decisiones de consumo de sus seguidores, marcando tendencia. Y ¿cómo se convierte eso en un modo de ganar dinero? Porque las contratan empresas y marcas como parte de su estrategia publicitaria, ya que por el número de sus seguidores se garantizan la llegada de su producto a miles de personas.

Aparentemente todo parece sencillo y fácil, pero la realidad es que sólo unos pocos logran llegar a estar entre los mejores y más difícil aun, mantenerse. Para llegar a ser un gran influencer, tienes que tener un don, y para mantenerte, la cabeza bien amueblada. La fama es efímera, requiere trabajo y constancia. Y este medio por el que llegan a tanta gente, les hace vivir casi en exclusiva para ello. El usuario tiene que engancharse a su vida, que en las redes es "idílica" y desde ahí llega el enganche, unos por vivir la vida de la otra persona y el aspirante a ser influencer, vivir en función de sus seguidores y sus "likes". Realmente es adictivo, tanto por uno, como, por otro lado.

Y como padres, ¿qué hacemos?

Quizás tu hijo o hija tenga ese don, o quizás se pierda intentando llegar a serlo. Es una situación psicológicamente delicada y que requiere su seguimiento, como simple control y evolución, sin que sea esa la única opción de futuro. Los grandes influencer son personas con conocimientos en la materia, que profesionalizan su medio de vida desde el estudio intensivo de lo que hacen. Quizás surge desde una profesión que no fluye en los parámetros esperados, o quizás surja desde algo fortuito, pero toda y cada una de estas situaciones llevará obligatoriamente a mejorar cada día y a profesionalizar lo que se hace. Y eso, no se hace desde la cama o el sofá, o por sacarte fotos cada día haciendo lo que haces, que lamentablemente son los pasos que quieren dar muchos jóvenes, que ven el esfuerzo como una palabra que está exclusivamente en el diccionario.

Por todo ello, concluimos que los tiempos cambian, ¿verdad? Que tenemos que adaptarnos, sí. Pero que no hay que confundirse. Nuevas formas de trabajo vienen con estas tecnologías, pero lo que no cambia, es luchar por ser buenos en ello. El esfuerzo y la constancia siguen estando en cualquiera de las nuevas profesiones. Que quizás no hay que frustrar, pero cada uno sabe a quien tiene en su casa, y las decisiones que toma, en función de lo que puedan estar.

Y mi consejo final es, ¡ánimo! Nadie dijo que fuese fácil ser padres y que tengamos el poder de tener la claridad y sabiduría para orientar mejor a nuestros hijos. No tenemos una bola de cristal para saber que depara el futuro. Ojalá fuese así. Pero quien sabe, quizás, ¿tienes en casa a alguien aún por descubrir?

* Psicóloga y Terapeuta.

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