Me repatea sobremanera que la izquierda radical se otorgue a sí misma la defensa del patrimonio LGTBI. Y lo hacen con la convicción de que son los únicos valedores de dicho movimiento. Como si en un mundo globalizado políticamente, y sentimentalmente, nadie de derechas pudiera tener un hijo gay y desearle lo mejor del mundo. Me rechina y me suena a discurso carca, a una forma sucia de ganar votos. Los moderados no entendemos a día de hoy el abanderamiento y la especie de tutela que los zurdos ejercen sobre los homosexuales. Como si ellos mismos no se pudieran defender, como si fueran unos incapacitados, un rebaño de ganado. Me da asco y pena. Yo para mi gente que no es heterosexual le deseo lo mejor y me pelearía a trompadas por sus derechos. Amén de las siglas que decida votar yo mismo en cada comicio electoral. Es esperpéntico lo que Arrimadas (Cs) le achacaba al juez y ministro gay Marlaska, que no es otra cosa que agitar el movimiento en contra de los políticos de Ciudadanos que se sumaban a la manifestación del Orgullo. Es peregrino.

Hoy, España es un referente en la tolerancia a los que mantienen cualquier postura sexoafectiva distinta a la heterosexual. Pero no lo es por las leyes, que ayudan. Es por la capacidad de integración del otro, del que era distinto. Y eso no es patrimonio de nadie, es un logro de todos. Queda muchísimo por hacer, y es cierto que el día del Orgullo (que muchos detestan) no es sino una manera de dar visibilidad a un colectivo que aún soporta una losa muy pesada. Pero ni ellos mismos tienen siglas políticas para que vengan cuatro radicales de izquierdas a echarle el guante al asunto y a patrimonializar la vida de nadie. Ya todos sabemos de qué pie cojea cada uno y en quién se debe apoyar cada cual. El resto es una sinvergonzonería.

@JC_Alberto