Ayer Carlos Alonso, presidente del Cabildo de Tenerife, anunciaba en rueda de prensa lo que a todas luces será el acuerdo de Gobierno que marcará la legislatura. CC y PP llegan a un acuerdo en el que se quedan a uno de la mayoría absoluta. Al mismo tiempo, el presidente ofrece la mano a Ciudadanos, que prefiere quedarse en la oposición y seguir intrigando con una moción de censura que se plantea difícil si Ciudadanos obedece a la dirección general de su partido y no pacta con su hez ideológica que es Podemos. Si bien han jugueteado con ellos para llegar al poder, por ejemplo en Santa Cruz, aquí, en el Cabildo, tendrían que firmar con Podemos. Y si eso sucede, uno puede llegar a intuir que Cs desaparece del mapa. Y es que el partido naranja, insisto, es de derechas y no de centro. Y se da una paradoja muy curiosa. Mientras sus miembros de las listas alaban al PSOE para pactar con ellos a la sombra de Podemos, sus votantes se revuelven de asco porque son votantes diestros que proceden del PP.

Pero para adivinar esto no hay que ser politólogo. Coalición no baja, sube en Santa Cruz, La Laguna y el Cabildo, el PSOE también sube a modo tsunami y Podemos se derrumba. Quiénes son los otros que bajan y quedan casi a ras del suelo: pues el PP y Cs, que son quienes se han repartido el electorado de derechas. Por mucho que renieguen sus cargos electos y el organigrama canario del partido. Esto son habas contadas y lo demás son milongas. Siempre queda una espada loca de Damocles que junte al PSOE, a Podemos y a Ciudadanos. Esa jugada enloquecida a la que aspira el tal Enrique Arriaga para subir de ser funcionario del Cabildo cabreado a ser mencey. Pero sigo creyendo que si se diese, a Ciudadanos, en las próximas elecciones, no los vota ni la madre que los parió.

@JC_Alberto