Acusó al gobierno de resucitar a Franco por los que quieren de nuevo dividir a la nación. "Unos lo llaman dictador, otros dicen que libró a España de una Guerra Civil". El ejecutivo criticó la injerencia intolerable en un tema interno y una ley aprobada -la exhumación del Valle de los Caídos- sin votos en contra, por el pleno del Congreso, afeó su declaración y envió queja formal a la Santa Sede. La rectificación posterior -"La iglesia no es franquista"- no paró el enfado ni zanjó el conflicto. El nuncio Fratini vulneró una consigna del papa Bergoglio sobre las relaciones internacionales y creó una problema cuyas secuelas perduran. Nombrado por el Papa Ratzinger en 2010, tuvo buenas relaciones con los gabinetes de Rajoy; pero, con la jubilación aceptada por la Secretaría de Estado, cambió de rumbo con el gobierno de Pedro Sánchez; y con las maletas hechas, rompió fondo y forma con una carga de profundidad, inaudita en un funcionario de la diplomacia más antigua del mundo. En su entrevista en "Europa Press" mostró su coincidencia con los familiares del golpista, los benedictinos de Cuelgamuros, los radicales de derechas, la fundación franquista e incluso con sectores moderados que, con buena fe y ganas de zanjar un asunto incómodo, invocan la frase cervantina de "peor es meneallo". Es decir, chocó frontalmente con la mayoría de la población, representada en la Cámara baja, partidaria de retirar los restos de un lugar de culto que es, a la par y por voluntad de los frailes, un centro de exaltación de una ideología condenada por la historia. El diplomático con sotana consiguió, además de su pública censura, provocar la dura reacción de la vicepresidenta Carmen Calvo que, además de la denuncia a Roma, recordó las exclusivas ventajas económicas que mantiene España con la confesión católica, el espinoso asunto de las inmatriculaciones católicas y su liberación de impuestos; y, por último y acaso lo más importante, un anuncio, o advertencia, terminante: "La Iglesia tiene que pagar impuestos como lo hace en Francia e Italia, por ejemplo, porque es un acto de justicia social". Al conciliador Papa Francisco, comentamos alguna vez, le crecen los enanos.