Por primera vez una mujer presidirá la Comisión Europea. Se trata de Ursula von der Leyen, actual ministra de Defensa de Alemania. Fue la sorprendente y aplaudida solución al bloqueo impuesto al socialista Frans Timmermans y un éxito para una cumbre que comenzó con los peores augurios. Acaso por eso, la presidenta in pectore contó enseguida con el pleno apoyo de los líderes europeos, convencidos del ferviente europeísmo de la inesperada candidata y, por otra parte, cansados por las divisiones internas, las tensas y estériles negociaciones y, al fin, decididos a una salida rápida y consensuada. Con sesenta años recién cumplidos, madre de siete hijos, de ideología conservadora; licenciada en medicina con algunos años de ejercicio y con estudios especializados de arqueología y economía, entró en política en 2005, dentro del equipo electoral de Angela Merkel (se habló de ella últimamente como posible sucesora de la canciller) y, desde el ministerio de familia de la Baja Sajonia, su primer cargo público, alcanzó gran popularidad por su impulso a la efectiva conciliación de la actividad profesional y la vida familiar. Vicepresidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU), ocupó también las carteras de Trabajo y Asuntos Sociales y es una propagandista incansable del más firme compromiso "y la mayor integración de todos los países de la Unión Europea para llegar a un auténtico, eficaz moderno y solidario federalismo en el Viejo Continente". La segunda sorpresa, también femenina, se llama Christine Lagarde (1956), que asumirá la presidencia del Banco Central Europeo en el próximo noviembre, en una exitosa maniobra de Enmanuel Macron y la diplomacia francesa. Fue también la primera mujer en dirigir la economía de la V República y, pese a que no figuraba en las quinielas, viene avalada por su gestión en el Fondo Monetario Internacional, que la reeligió para un segundo mandato pese a una condena por negligencia, sin consecuencias penales, durante el gobierno de Sarkozy. El cuarteto se completa con el belga Charles Michel, primer ministro en funciones -que entró en el charco de la secesión catalana y luego recogió velas- que ocupará la presidencia del Consejo Europeo, y con el ministro español José Borrell, que el máximo responsable de la diplomacia de la UE.