Mantengo desde hace tiempo la convicción de que uno de los votos más inútiles que uno puede depositar en una urna electoral es a Ciudadanos, uno de los partidos surgidos después de 2015 y que dicen que venía a regenerar la política española. Hasta ahora no lo he visto ni en el nacional ni en regional, y lo que hemos vislumbrado en lo local tiene más pinta de vendetta o venganza que de ideas políticas. Estamos, pues, ante una afirmación, la de un voto inútil, que habrá que explicar para que nadie crea que lo digo por algún tipo de animadversión hacia ese partido o a sus dirigentes, o a algunos de sus cargos públicos. Nada más lejos de mi intención.

Ciudadanos nació oficialmente como plataforma el 7 de junio de 2005 con la idea primero de arrancar en Cataluña, como una alternativa diferente a los nacionalistas y a los partidos tradicionales, y luego vieron la posibilidad de expandirse por todo el territorio nacional. Buscaban, al menos al principio, gentes sin pasado político y que tuvieran una idea reformista de la sociedad. No sabían enmarcarse ni en la derecha ni en la izquierda y cogían lo mejor de cada opción para hacerse un traje ideológico de difícil comprensión. Es tal el debate que ellos mismos no sabían -ni saben- donde están. En el segundo congreso nacional de Ciudadanos, en el 2007, tuvieron un gran debate cuando alguien presentó una enmienda a la definición de la formación política. Hasta ese momento figuraban como "transversal a toda ideología", es decir, renuncian a identificar sus ideas con el espectro político clásico, el que está basado en la distinción izquierda-derecha. Pues bien, en aquel congreso se aprobó una enmienda que presentó Francesc de Carreras, un jurista intelectual y viejo militante socialista, y que apoyaba Albert Rivera y todo su grupo, que explicaba en el prólogo del nuevo ideario, como uno de los factores que provocaron el nacimiento de Ciudadanos, «el vacío de representación que existía en el espacio electoral de centroizquierda no nacionalista». Es decir, pasaban de no estar definidos políticamente a ocupar un escenario concreto que a muchos disgustó y les llevó a darse de baja de la formación política.

Así pues, ya tenemos a Ciudadanos que lo mismo puede apoyar la primera investidura de Pedro Sánchez, aquella que no salió porque no daban los números, porque Podemos quería carteras ministeriales, como ahora, y porque nadie confiaba en un Sánchez que aparecía más con ambición que con fuerza de votos, o también podrían apuntalar la continuación en el poder de Mariano Rajoy y su Partido Popular, enmarañado en diversos juicios en los que la corrupción siempre es la consecuencia del tiempo y la confusión del poder.

Y desde ahí Ciudadanos ha funcionado como bálsamo a los que no saben cómo definirse. A los que dicen que hemos perdido el orgullo de ser españoles y reivindican el uso de bandera roja y gualda, pero que no quieren que les llamen fachas. Pero también sirve este partido para declarar persona non grata al que hable en catalán o en cualquiera de las lenguas del país de la bandera roja y gualda. Es una amalgama de sensaciones y definiciones políticas. Todo está bien para ellos. Desde apoyar a opciones políticas para que accedan al poder y así tener parcelas de gobierno, a comportarse como perro del hortelano en las investiduras. Incluso su propio slogan en elecciones era un vago "¡Vamos?" y que alguien podría preguntar "¿Hacia donde?"

¿Les sirvió de algo a los catalanes que Inés Arrimadas ganara unas elecciones autonómicas? Ni formó gobierno, ni se lo planteó y ni siquiera intentó hacer un amago. Ahora está en Madrid, casi con el mismo cometido.

Aquí en Canarias, esa indefinición de lo que pueden hacer los cargos electos de Ciudadanos lo estamos viendo desde el día 26 de mayo. Ellos propiciaron gran parte de los argumentos para la reforma electoral porque reclamaban un sistema más proporcional. Son partidarios del aumento de diputados, a 70, y de la reducción de los topes del 30% al 15% en cada isla y del 6% al 4% en la comunidad.

En más de una ocasión se les oyó decir que si hubiera más diputados a repartir y, sobre todo, que se rebajasen las barreras de entrada a la Cámara beneficiaría a Ciudadanos. Tanto para nada. Para dos diputados, uno por cada isla capitalina, nada en la lista regional y un dislate de declaraciones de la candidata a la Presidencia del Gobierno que al final han tapado la realidad de lo sucedido. En 2015 no entraron en el Parlamento y se quejaban que era injusto que Casimiro Curbelo tuviera tres representantes con cinco mil votos. Ciudadanos en esas elecciones obtuvo en esa isla 241, pero es que ahora han bajado a 185 votos y en la lista regional tuvieron 364, quedando los sextos. La Agrupación Socialista Gomera obtuvo tres actas en el 2015 con 5.090 votos y el pasado 26 de mayo subió hasta los 6.215 votos manteniendo los tres representantes.

Ahora, con todo lo que ha pasado, dicen que van a descabezar a toda la cúpula del partido en Canarias, ¿y quién es esa cúpula? ¿Quién preside el partido?, ¿Quiénes componen sus órganos ejecutivos? ¿Existen esos órganos? ¿Quién tomó la decisión de poner en la comisión negociadora de un posible pacto a una persona que había sido la candidata presidencial y que, a pesar de tan buenas expectativas, cosechó una enorme desilusión?

Tengo amigos y conocidos en Ciudadanos y me imagino lo que estarán sufriendo desde que se abrieron las urnas el 26 por la noche y todo lo que ha sucedido durante este tiempo. En Santa Cruz le han dado la alcaldía a la candidata socialista y en Tacoronte el mismo PSOE se alía con otras formaciones para arrebatarles ese mismo puesto, a pesar de que la representante de Ciudadanos ganó las elecciones. Y así en varios lugares de la geografía canaria y peninsular. La legislatura pasada tuvieron un representante en el Cabildo Insular cuya trayectoria nadie recuerda, ni el nombre. En La Laguna estaban en la oposición claramente, con los expulsados de otros partidos, con Podemos y con formaciones que buscaban más ruidos que acciones. Y podríamos seguir, con muchas contradicciones de un partido que no se sabe donde está, aunque la pregunta sería siempre la misma, ¿sirve para algo votar a Ciudadanos?