Hay nuevas fotos y nuevas víctimas. Un joven cosido a balazos por la policía bolivariana en la calles de Caracas. Un militar detenido y torturado hasta el asesinato por la dictadura de Maduro. Día tras día aparecen en ese matadero que es Venezuela nuevas víctimas de las que hacemos una rápida digestión indolora. La progresista Europa se conmueve mucho más con otras muertes. Se estremece con la imagen de un niño inmigrante ahogado en una playa; la víctima inocente del sueño de unos mayores que nunca llegaron al paraíso. Los muertos más cercanos son más trascendentes. Y además tienen cierta utilidad moral ante una ultraderecha feroz y cavernícola que cada vez tiene mayor respaldo electoral. Por eso hay muertes que se mantienen en los titulares y otras que apenas son un chispazo de oscuridad. Aunque todas las muertes violentas sean inútiles y absurdas, unas lo son más que otras.