Se busca técnico informático entre 25 y 35 años para trabajar en Barcelona; buscamos comerciales entre 25 y 35 años, con inglés, en Sevilla; seleccionamos a dos camareros jóvenes (entre 18 y 35 años) para trabajar en un restaurante de prestigio en Madrid... Éstas son sólo algunas de las ofertas con las que se topan todos los días los parados que han rebasado la barrera de los 50 años. Y aunque cumplan el resto de requisitos, se tienen que conformar con seguir buscando porque la edad parece ser lo principal.

Con 57 años Vivian Solano salió de la empresa en la que había sido directiva durante casi tres décadas. Tenía la experiencia, una carrera de éxito y buenos contactos. Sin embargo, pasaron los meses y no consiguió ni siquiera una entrevista por más curriculum que enviara a contactos o a empresas de su sector. Parece que la experiencia es un grado negativo. Casi se convierte en un lastre para muchos empleadores que prefieren "entrenar" a sus empleados.

Cuando una persona pierde su empleo, lo último que quiere hacer es decirle a los demás lo que les ha pasado. Teme que le consideren fracasado. Y entre en un bucle: se encierra en su mundo y se aísla de la misma gente que puede ayudarle.

Según un informe de Adecco, la franja de edad que tiene más difícil el acceso al mercado laboral es la de los mayores de 55 años, a la que van dirigidas tan sólo 0,5% de las ofertas publicadas. "Es una situación muy triste. Sientes que tienes capacidad y ganas, pero sólo te ven como alguien que ya está cerca de la jubilación".

Es una experiencia frustrante. La autoestima cae por debajo del suelo. Lo que hace que la pérdida del trabajo sea tan traumática es el golpe destructivo que recibe la autoestima. Cuando se encara un despedido, cualquiera que sea la razón, el mensaje de fondo o subliminal que posiblemente uno recibe es: "Soy un fracaso. No soy lo suficientemente bueno".

Jordi Pascual, un joven de 26 años, hizo viral un vídeo de youtube titulado "Que no te engañen. Esta es la realidad del empleo en España", en el que enseñaba los impedimentos que su padre encontraba en entrevistas de trabajo, donde al decir que tenía 59 años era descartado, a pesar de tener mucha experiencia en gestión empresarial. Los likes consiguieron un empleo para su padre. Es una grata excepción que debe hacernos reflexionar.

Tenemos la generación más preparada de la historia. Chicos y chicas con dos o más titulaciones -universitarias o de formación profesional- con varios máster e idiomas. Capaces de gestionar las nuevas tecnologías y con sana ambición por crecer. Una generación que está reemplazando a quienes llegan a ese momento de la jubilación, pero que deja "en terreno de nadie" a "la edad dorada", los cincuentañeros. Una generación que ya ha criado a sus hijos, que con suerte ha pagado la hipoteca, que no tiene problemas de salud y por tanto tiene poco absentismo. Hombres y mujeres con experiencia laboral y con fuerza para seguir ilusionándose por nuevos retos laborales (que son también personales). Una generación con la que ya no se cuenta para trabajar y a la que los compañeros jóvenes miran con un cierto sentimiento de lástima o resquemor. Trabajadores de los que se recuerda "qué bueno era en su trabajo" pero con los que no se cuenta para nuevos proyectos.

Esta es la realidad del empleo en España. Esta es la realidad de la "edad dorada".