El estado óptimo al que todos aspiramos es el saludable, tanto mental como físico, y cuando no sucede así, al llegar la enfermedad, se busca solución cómo y dónde sea, por muy inverosímil que nos parezca. Y si no se encuentra la curación en el centro de salud u hospital más próximo, se inician gestiones para consultar en otra isla, en la península, en Europa, en América, allá donde haya una luz de esperanza. Y se recurre a las medicinas alternativas, a otras culturas, o a las denominadas seudociencias, y hasta al curanderismo o los placebos, a cualquier iniciativa que recupere la salud, resultando todo humano, lícito y comprensible. Y es ahí donde los comportamientos nos identifican.

Cuando se llega a la convicción de que la enfermedad no tiene remedio, o el enfermo es irrecuperable, en general, en nuestro medio, se opta por la resignación y la aceptación de que la vida tiene un principio y un fin. Pero no siempre se admite este conformismo, y se viaja a Pamplona, a Londres, a Houston, cuando en general los avances médicos son similares en todo el mundo occidental, y todas las enfermedades se atienden igual aquí que en Nueva York, pero resulta legítimo y comprensible toda gestión que en cualquier lugar recupere la salud.

Fue ese el caso de la tonadillera Rocío Jurado, sin duda la más llamativa voz femenina de la música popular española de la segunda mitad del siglo XX, que cuando actuó en Tenerife despertó auténticas pasiones. Tratada inicialmente en España de cáncer de páncreas en septiembre de 2004, en enero de 2006 marchó a Houston (Estados Unidos) para tratarse en el Hospital MD Anderson, prestigioso centro privado dedicado al tratamiento del cáncer, donde fue intervenida quirúrgicamente, si bien una complicación ajena en sí a la cirugía obligó a mantenerla ingresada más tiempo del previsto, siendo retornada con cierta urgencia gracias a que el popular empresario Francisco Hernando, "El Pocero", envió a Houston uno de sus aviones para el inmediato regreso de la cantante de Chipiona. Al pisar tierra le comunicaron que le habían concedido la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, un premio que apenas pudo disfrutar.

Y es que los millonarios y famosos también enferman, y si bien es cierto que pueden disponer de ciertos privilegios diferentes a la mayoría, económicos, sobre todo, también adquieren grandes responsabilidades, porque sus actos y declaraciones no pasan desapercibidas para la opinión pública, al contrario, pueden impactar positiva o negativamente, según que su comportamiento resulte modélico o polémico, que de todo hay. La periodista Sara Carbonero, por ejemplo, encendió la pasada noche de San Juan en Oporto un farolillo volador pidiendo un deseo para su salud, una tradición muy arraigada, que, sin embargo, generó cierta polémica por su posible impacto medioambiental. El futbolista Iker Casillas, su pareja, ha recibido muchísimo apoyo con ocasión de su reciente infarto. Y qué decir de la enorme expectación y trascendencia que siempre han tenido las enfermedades padecidas por el Rey Emérito Juan Carlos I, recientemente operado y curado de una lesión de piel, o la enfermedad cerebral padecida por el actor Robin Williams, que, según su esposa, pudo causar su suicidio.

Entereza la que tuvo Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona y presidente del Gobierno de Cataluña, cuando reconoció públicamente su enfermedad de alzhéimer y creó una fundación para investigarla y tratarla, así como la del tenor Josep Carreras, que creó una Fundación para la Lucha contra la leucemia, lo que ha generado a ambos un enorme prestigio popular. Las políticas Esperanza Aguirre y Uxue Barkos hicieron público su padecimiento de cáncer de mama y su lucha contra él, comportamientos ejemplares en su mayoría. Freddie Mercury y Eavin Magic Johnson contribuyeron a la prevención del SIDA al reconocer su padecimiento, siendo el galán de cine Rock Hudson quien más conmocionó a la opinión pública cuando se publicaron sus fotos en avanzado deterioro físico y reconoció sorpresivamente su homosexualidad.

Y como contrapunto, la vitalidad del multimillonario inglés de 72 años que se ha hecho viral en Facebook, Benjamín Slade, que se ha anunciado en televisión para buscar una esposa joven que le dé un hijo.

* Doctor en Medicina y Cirugía

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