Hace algunos años, en el 2007 si no recuerdo mal, asistí a la conferencia que dio Al Gore en el Palau dels Congressos, en Barcelona. Recuerdo que llevé a mi hijo mayor que en aquel entonces tenía cinco años.

Tras la brillante exposición de los hechos, Al Gore destilaba una buena mezcla de carisma y credibilidad, salimos de la sala alarmados pero con cierta esperanza. La sala estaba llena y conocimos varios proyectos que ejemplificaban la sostenibilidad. Sin duda las cosas mejorarían gracias a la voluntad de todas esas personas que a diario luchaban por hacer de nuestro mundo un mundo mejor.

Doce años después, la conclusión a la que llego es que los Gobiernos han hecho muy mal su trabajo, maquillando la realidad y llegando a acuerdos de mínimos que ni siquiera han llegado a cumplir.

Por otra parte, son muchas las iniciativas civiles pero desgraciadamente no las suficientes. Probablemente la consciencia por cuidar del Planeta ha aumentado pero no lo suficiente ni a la velocidad necesaria.

Leyendo a la jovencísima Greta Thunberg me invade un sentimiento agridulce. Escucho ilusionada las palabras de una joven valiente comprometida con una lucha que nos pertenece a todos. Una joven que pide sin pelos en la lengua que de una vez por todas dejemos de mirar hacia otro lado, que se tomen en serio las recomendaciones de los científicos y que se implanten las medidas necesarias para que las próximas generaciones de jóvenes puedan tener un futuro sobre la Tierra.

Pero a la vez su mensaje me produce un sentimiento amargo porque vista la mala gestión de nuestros políticos y su preferencia por temas territoriales, sin duda alguna nos hayamos ante una causa con un alto perfil de causa perdida.

A la humanidad le queda poco tiempo para revertir las devastadoras consecuencias del cambio climático y la reacción es tan mínima que resulta desoladora.

Se esperaba que el Acuerdo de París se cumpliera para el 2020 y sin embargo estamos muy lejos de haber reducido nuestras emisiones de gases.

Ha llegado el momento de pisar el acelerador y visibilizar esta realidad con el objetivo de hallar el máximo de soluciones posibles para evitar las consecuencias nefastas del aumento de la temperatura del Planeta:

Millones de desplazados medioambientales por la sequía, lluvias torrenciales, inundaciones por el aumento del nivel del mar, temperaturas subsaharianas que provocarán que la vida en la tierra se convierta en un auténtico infierno.

¿Por qué los Gobiernos se quedan de brazos cruzados?

Como siempre, los más vulnerables sufrirán las consecuencias antes produciéndose migraciones masivas de personas hacia el norte. De hecho lo estamos viendo en todos los telediarios. Pero nadie se librará de vivir en este terrible escenario apocalíptico si no hacemos algo para remediarlo. Y probablemente el calentamiento termine convirtiendo en glaciación y entonces sean los ciudadanos del norte los que tengan que ser acogidos por países más cálidos.

Nuestros políticos no están lo suficientemente concienciados con esta emergencia y eso propicia que, una vez más, seamos los ciudadanos de a pie los que tengamos que llevar la batuta y buscar las soluciones en todo; la lucha contra el plástico o las emisiones de los carburantes, el control del consumo de recursos, o tratar de reciclar el mayor número de objetos posibles.

Hay que decir basta ya! El Gobierno tiene el deber de cumplir los acuerdos necesarios.

Cuestionada por ser síndrome de Asperguer (una modalidad del autismo) y por dejar el colegio. Precisamente gracias a su condición de Asperguer su capacidad para perseguir una causa tan noble como compleja es inagotable. Ella aguantará allá donde otros tiren la toalla. Y nunca se dejará comprar por nadie.

Respecto a su decisión de dejar de ir a clase. «Para qué ir al colegio si no hay futuro» afirmaba en uno de sus discursos. No sólo la entiendo sino que pienso que todos deberíamos sentarnos frente a la institución que mejor nos parezca para exigir a nuestros políticos que se pongan manos a la obra ya.

«Nuestra casa se está incendiando y no hacéis nada para remediarlo» reprocha Thunberg en otro de sus discursos en las Naciones Unidas .

Si la gente lo creyera de verdad probablemente no seguiríamos en la dirección contraria.