Once años atrás, a finales de junio, conocí Buitrago del Lozoya, bordeado por el río de su nombre y a los pies de la sierra de Guadarrama, con digna arquitectura civil y religiosa clavada en un vistoso promontorio de mil metros. La razón de la visita era triple: conocer un pueblo pintoresco y la curiosa fundación de uno de sus paisanos ilustres, el barbero de Picasso; y, además, asistir al estreno de un documental de Emilio Barrachina con el gran Enrique Morente (1942-2010), como pretexto sumo e hilo conductor del relato.

En su peluquería de París, Eugenio Arias Herranz (1909-2008) compartió con el malagueño más famoso de la historia veintiséis años de exilio, afecto y confidencias. "Acudía por ganas mucho más que por necesidad y hablábamos de todo; de España mucho". De cuando en cuando, Pablo -el tuteo fue impuesto por el hombre que revolucionó la historia del arte- le obsequiaba con bocetos y grabados, cerámicas, carteles y libros singularizados con la fuerza del genio.

La relación franca y cordial se extendió en juegos de cartas, visitas a los bares del barrio latino, tertulias con compatriotas que, como ellos, soportaban con elegancia la nostalgia y, casi todos los veranos, en las corridas que daban acentos ibéricos al Sur de Francia. "Picasso fue muy generoso con quien le pidió ayuda", recordó su barbero que, en 1985, cedió su original colección a su pueblo natal que, como tantos otros trasterrados, visitó con más frecuencia tras la muerte de Franco.

La voz, el quiebro, la recia personalidad de Morente, las estampas de poder y misterio del Albaicín y la sierra, ora salvaje ora humanizada y, como tercer elemento, el inmenso legado picassiano, de lo grande a lo pequeño, componen un retablo ameno e ingenioso, de abiertas simbologías que tienen en el barbero Arias a un traductor tan convincente como entrañable. Las imágenes del cantaor y los suyos, en actuación o intimidad, ilustran el sugestivo fondo sonoro de Pablo de Málaga, un disco que es ya un expresivo ejemplo de la renovación morentina y un manjar de culto para sus seguidores. Un recuerdo actualizado por un programa de una exposición de obra gráfica del maestro en el pueblo de su barbero.