Lo cierto es que el PSOE se abstuvo hace tres años para que pudiera gobernar Mariano Rajoy. Es cierto que se abstuvo en contra del criterio de Pedro Sánchez, y que hacerlo provocó la mayor ruptura en el seno del socialismo español desde la Guerra Civil. Pero lo hizo. Tras dos procesos electorales que acabaron en atascamiento, resultado de la nueva matemática parlamentaria que ha traído la nueva política, un grupo de dirigentes razonables asumieron la necesidad de permitir que el partido que había ganado las elecciones pudiera gobernar. La historia que sigue es bien conocida.

Pero en los últimos días, como resultado del atascamiento producido en las negociaciones entre Iglesias y Sánchez, algunos dirigentes del PP han planteado la opción de la abstención en la investidura. Probablemente la más conocida defensora de la abstención sea Esperanza Aguirre, que fuera durante varias etapas mandamás del PP madrileño. Aguirre cree que con la abstención se podría frenar a los independentistas. La condición que pone Aguirre es que el PSOE gobierne sólo, que no pacte con Podemos.

En este contexto, con una decena de políticos del PP -de distinto pelaje, la mayoría de segundo nivel- defendiendo debatir el voto en blanco en la investidura del presidente socialista, Asier Antona ha sido citado por el periódico El Mundo como uno de los partidarios de esa abstención. Parece que le preguntaron y el hombre reconoció crípticamente que se trata de una opción que "podría ser", pero no ahora. No entiendo cómo puede El Mundo colocar a Antona entre los partidarios de la abstención, si esa es su única manifestación al respecto, pero ya saben que muchos periodistas creen que no se debe desperdiciar nunca un buen titular. Supongo que en Madrid se interpretan las veleidades de Antona durante las negociaciones de los pactos como prosocialistas. No lo son. Antona no es prosocialista, es antiClavijo, y sobre todo es proAntona. Su decisión de bloquear la propuesta de un Gobierno sin él y sin Clavijo, que facilitó el pacto de las flores, fue guiada por la supervivencia personal, y no por un supuesto prosocialismo, por difuso, confuso y etéreo que pueda ser. Antona es más de derechas que un escapulario. Se negó a rematar la operación que habría de convertirle en presidente en la primera ocasión que se la habían ofrecido -como se negó hace dos años a entrar en el Gobierno- por temor a tener a Clavijo enfrente. Cuando Génova aceptó sustituirle por María Australia Navarro, se revolvió tanto que al final dejó a todo el PP fuera el poder regional. Eso le pasará factura en su partido, pero creo que prefiere pagar esa factura que enfrentarse a quienes le han adulado desde los medios estos últimos meses. Aún así, ahora no va a suicidarse apoyando al PSOE en Madrid. Lo intentará en los Cabildos de La Palma y Tenerife, si le dejan los suyos.

En cuanto a una abstención que evite nuevas elecciones, no le toca al PP, le toca a Ciudadanos. Para eso están los partidos que se dicen de centro, para ayudar a gobernar a quienes pueden hacerlo, por la izquierda o la derecha. Si al final Ciudadanos persiste en enrocarse y se fuerzan nuevas elecciones, Albert Rivera se dará cuenta muy rápidamente de lo fácil que es disolverse en la nada... En política, entre una muerte rápida y una lenta, es siempre mejor elegir la lenta.