Dicen que es la casa de todos los canarios. Así se definió hace tiempo. Y comenzó la Legislatura con Gustavo Matos (PSOE) de presidente. Un lagunero, peleón, como dice Paco Pomares, al frente de la Cámara, que seguro lo dará todo. Que se compre un buen cronómetro e inyecciones de paciencia porque con la jaula de grillos que tiene (esta vez son diez más), le llega por delante un camino que no será de vino y rosas.

Estaban elegantes todos con su medalla de parlamentario al cuello. Ahora toca currarse la medalla y el sueldo. Será un escenario inédito, la verdad. Con CC en la oposición y el PP también. Quiero ver esa sesión de investidura del presidente del Gobierno y los primeros plenos. A finales de julio, de todas formas, se parará todo y el pulso vuelve en septiembre. Dicen que en los pasillos de la Cámara, que es donde se comenta todo, había silencios sepulcrales y vieron a más de uno besando su medalla. Si el salón de los Pasos Perdidos hablará, habría tenderete del bueno.

Me cuentan que los despachos se están agitando y que los grupos parlamentarios están ardiendo. Normal. Cada uno estará buscando su sitio. El pulsómetro parlamentario llegará en los primeros plenos. Mientras tanto, estoy pensando en mandarle a Gustavo una cajita de laguneros, que nunca vienen mal. Porque a este Parlamento, como decía Celia Cruz, hay que echarle azúcar.