En las bodas de película hay un instante de tensión, cuando el que oficia la ceremonia pregunta si hay alguien que se oponga al casamiento. Para lo que nadie está preparado es para que te lo planteen en la fiesta. Dos inspectores de la Agencia Tributaria irrumpieron en un convite de boda en Badajoz porque, al parecer, la empresa del catering debía dinero a Hacienda. Cuando la novia iba al baño se encontró a los dos funcionarios que le dijeron: "Hemos venido a embargar su boda". La novia en un principio creía que investigaban posibles pagos en negro o los regalos. Pero no. Venían a cargarse el ágape. A que los novios le diesen a Hacienda directamente el dinero que iban a pagar a la empresa de catering, que tenía una deuda fiscal. Dicen que el matrimonio a la larga se convierte en un infierno. No cuentan que, gracias al Estado, puede serlo incluso desde el primer día.