En los años setenta, Paul Newman dirigió una plúmbea película, basada en un libro de Paul Zindel, denominada El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas. Un drama sobre una familia desequilibrada que tuvo escaso éxito de taquilla. Los rayos gamma estaban destinados a tener resonantes éxitos en la gran pantalla, pero sería en el terreno de las mutaciones causadas en los superhérores de Marvel, como nuestro amigo Hulk, conocido en el mundo hispano como La Masa, un discreto profesor capaz de transformarse en un gigante verde prácticamente invulnerable.

Lo malo de ponerte un nombre tan peculiar como el pacto de las flores es que se presta al cachondeo. Ya empezó Padylla, ese fino humorista gráfico canario, definiendo el jardín en el que se ha metido el nuevo pacto situando dos margaritas y un tulipán acompañados de una planta carnívora sospechosamente parecida a Casimiro Curbelo. Habrá muchas más divertidas alegorías botánicas en los próximos meses.

Para que estas nuevas flores encuentren un terreno abonado es menester que pasen algunas cosas. Los vegetales, como todo el mundo sabe, dependen del agua. Y si Madrid no se enchufa a la red de riego, que nos habían cortado en los últimos años, la sequía puede terminar agostando los bellos colores que hoy brillan tan vívidamente. Un gobierno que promete más gasto social y más compromiso con los desfavorecidos necesita fabricar presupuesto. Y siendo que de las Islas se puede recaudar bastante poco más de lo que ya se recauda, las miradas tienen que volverse hacia la caja del Estado, que tan rácana ha estado con las Islas.

Se nos ha olvidado, pero las amenazas a las que se enfrentaba Canarias siguen intactas. La caída del turismo no es un temor, es una realidad. La coyuntura comercial internacional es perversa, el brexit duro una evidencia y el descenso en el número de turistas europeos una tendencia inexorable. Esa es la primera salva de ordenanza que recibe a este nuevo Gobierno autodenominado progresista y floripondial que, una vez pasados los espasmos orgásmicos de haber puesto las nalgas en las poltronas, tendrá que fajarse con una realidad preocupante.

Hay augures que pronostican diferencias internas y rivalidades que aflorarán -otra vez con la jardinería- inevitablemente en un pacto de cuatro. No creo que vayan a ser tan relevantes. Los problemas inmediatos del pacto están fuera, no dentro. Tendrá que superar las acusaciones del desequilibrio territorial en favor de Las Palmas, la desconfianza del empresariado que ya oye campanas de nuevos impuestos y las exigencias de un listón que han puesto muy alto, prometiendo, desde la oposición, acabar con los indicadores negativos de esta tierra: listas de espera, pobreza, paro, bajos salarios... Porque una cosa que enseña la experiencia es que una cosa es predicar y otra dar trigo. Ahora están en el poder y todo lo que dijeron, con tanta pasión, se va a volver un puñal afilado que apuntará a sus propias gargantas. Los rayos gamma a la que te descuidas te dejan pocho el ramo.