El resultado de las recientes elecciones al Parlamento de Canarias, las posteriores negociaciones entre distintas fuerzas y el correspondiente acuerdo final han provocado uno de los hechos más sonados en la historia política de Canarias desde la Transición: el desalojo de Coalición Canaria (CC) de la Presidencia de este órgano ejecutivo, asumiéndola el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), veintiséis años después desde la última vez.

Esta circunstancia se ha celebrado por todo lo alto como el principio del fin de CC, muy sacudida últimamente por numerosos casos de presunta corrupción y por una política basada en la especulación urbanística del territorio. Al margen de este hecho, ese acuerdo, efectuado entre Sí Podemos, Nueva Canarias (NC), Agrupación Socialista Gomera (ASG) y el propio PSOE, se ha publicitado como el pacto de la izquierda, que trata de emular al denominado pacto por el progreso, que se dio en 1985 cuando también diversas fuerzas, supuestamente de esa ideología, apoyaron al socialista Jerónimo Saavedra para que fuese presidente de dicho órgano.

No deja de ser llamativo que Podemos, que se autoproclama de izquierdas, llegué a un acuerdo con estos partidos clasistas con el único fin de que CC salga del poder. Desde esa formación se ha celebrado este hecho como un cambio trascendental en Canarias y como la esperanza hacia una sociedad más igualitaria. En realidad, es una traición a la clase obrera, ya que se dedica a extraer lo que le interesa de aquella ideología para convertirse en un partido instrumental, que participa de la ambigüedad y que no se posiciona claramente dentro del ámbito político, jugando con el descontento social para darle forma reivindicativa.

Si fuese un verdadero partido de izquierdas, no le hubiese tendido la mano a otras tres formaciones que están totalmente vinculadas al poder. La secretaria general de Podemos en Canarias, Noemí Santana, estaba exultante por este pacto. Seguramente, tendría constancia de que Casimiro Curbelo, el líder histórico del PSOE en La Gomera, fundó en 2015 ASG, es decir, se creó su propio partido, de corte personalista y publicitado como de centroizquierda, cuando en realidad es de centroderecha. Dentro de su desmemoria, y por citar un ejemplo, en 2017 Podemos presentó una enmienda a la totalidad de los presupuestos autonómicos para 2018 debido a que no actuaban sobre los problemas sociales del Archipiélago y porque, según palabras de la propia Noemí Santana, llevaban "el sello de una coalición extraparlamentaria, formada por CC, Casimiro Curbelo y el PP". Aun así, le tiende la mano a quien incluso estuvo negociando al mismo tiempo con CC y PP para formar ese Gobierno, buscando las mejores garantías personales y no de La Gomera.

Tampoco dejamos atrás a NC, que también se publicita como de izquierdas y que tiene como cabeza visible a Román Rodríguez, el expresidentes de Canarias, que militó y defendió los intereses de CC. Aunque se marchó de ella tras encabezar el sector crítico interno, lo cierto es que su relación con el poder también es más que evidente, tal y como denunció por ejemplo La Provincia/Diario de Las Palmas en enero de este año, cuando su familia tuvo prioridad en la adquisición de 96 fincas en el macizo de Amurga.

Solo hubo un ganador de esos comicios: Casimiro Curbelo, convertido en la llave para formar un Gobierno en el Parlamento. El gran perdedor ha sido la izquierda, que está a la deriva, sin rumbo y a merced de Podemos, que no respeta ni los principios que rigieron su creación. Ya no existe aquello que se llamaba casta, políticos acostumbrados a utilizar el sistema y el erario público como fuente de riqueza y de relaciones clientelares. Ahora, se les da la mano y todos dicen que trabajan para el pueblo.

*Licenciado en Geografía e Historia