Somos expertos en convertir paraísos naturales en vertederos. Alquimistas capaces de transmutar el oro en cobre y la plata en piedra. Catedráticos del caos medioambiental tomando como referencia la nimiedad de lo importante. Mecánicos del estercolero con maestría para arreglar lo que ya tiene poca solución, como buenos gurús del impacto ambiental. En la agenda escasea el papel para cuestiones tan elementales como el respeto y el cuidado por nuestra tierra, entre otras cosas, porque tal vocación de responsabilidad no da votos a corto y medio plazo. La fina arena dorada y volcánica nos recuerda el tesoro tangible de un lugar único en el mundo, con el compromiso cada vez más intenso de trocar en basurero la pureza de lo limpio. Auténticos parques temáticos de entrada gratuita para la fiesta de los plásticos y microplásticos, que sin estar invitados inundan nuestras playas. Imágenes dantescas de tortugas atrapadas en las redes de las boyas y empresas de ocio turístico que alteran la tranquilidad de los cetáceos que habitan en aguas canarias con daños colaterales difíciles de reparar. Nos estamos cargando suavemente nuestras playas, sin percatarnos de que nos afecta a todos, a ricos y a pobres, a ecologistas y negacionistas, a simpáticos y antipáticos. El peligro principal de los microplásticos es su intensa capacidad contaminante, que fluye tan rápido como nuestra tendencia a destrozar lo virtuoso. Pueden aparecer en cualquier lugar, desde aguas potables, al suelo y hasta en la comida. Los animales los ingieren y acumulan, y pasan por toda la cadena trófica. Ropa, cosméticos, latas, redes de pesca y todo tipo de artilugios son el stock diario que podemos encontrar en las zonas de baño más concurridas, sin que las playas catalogadas como Reserva de la Biosfera sean una excepción. Hablamos de un problema real en las Islas, con una alta degradación y presión sobre los ecosistemas litorales, derivadas tanto de vertidos orgánicos contaminantes como de vertidos industriales; así como de agresiones urbanísticas y obras costeras diversas que amenazan la salud de la costa, sus habitantes y su identidad. El informe Banderas negras que cada año elabora Ecologistas en Acción para analizar la situación de deterioro en la costa, ha incluido en 2019 cuatro distintivos para Canarias, por mala gestión en el proyecto de Fonsalía (Tenerife) y contaminación en La Palma y Fuerteventura. Son datos determinantes que ponen en solfa la complicada situación del litoral canario y la falta de madurez ambiental de las administraciones competentes. No son banderas piratas, es la metáfora realista de una coyuntura peligrosa que pone en jaque a uno de nuestros valores más preciados. Por supuesto hay que sumar, con especial atención, los innumerables vertidos de aguas residuales mal depuradas o sin depurar, que se producen cotidianamente en nuestras costas y suponen un riesgo para la salud de las personas, además del despilfarro de agua que podría ser reutilizable. La contaminación por plásticos está afectando ya a todos los rincones de nuestro planeta. Cada año llegan a los océanos entre seis y ocho millones de toneladas de basura marina, de la que el plástico representa el 80%, formado por macroplásticos y microplásticos o partículas más pequeñas, las cuales son en realidad las más peligrosas.

Estos plásticos de las basuras marinas afectan a animales, a ecosistemas enteros y a la salud humana, teniendo consecuencias letales. Los expertos de Greenteach explican que, "junto con el cambio climático, la contaminación del plástico es una de las mayores amenazas a nivel mundial de este siglo. Por ello, cada vez son más las voces de la comunidad científica, gestora y medioambientalista, así como miembros de la industria y la sociedad civil, que señalan como solución a la lucha contra el problema en su origen, aplicando el principio de las 6 Rs: Reducir, reutilizar, reciclar, rediseñar, recuperar y reemplaza". De ahí, la necesidad de ir reduciendo el uso de plásticos en nuestra rutina diaria a través de la regularización gubernamental. Estamos a tiempo, pero tenemos que mirar de frente y atajar el problema con concienciación, educación y, por supuesto, sanciones. Defendamos la magnificencia de La Tejita; la belleza incorruptible de Benijos; el poder cautivador de Playa del Inglés; la oda a los cantos de lava de El Golfo; o el rincón idílico de Las Conchas de Teguise. Hagámoslo por nosotros.

@luisfeblesc