En la calle del Parlamento ya solo quedaban los trípodes de las cámaras de televisión, como árboles sin hojas. Los medios estaban recogiendo los bártulos después de dar cuenta de la firma del acuerdo de izquierdas para un pacto regional. Y frente a las puertas de cristal de la Cámara regional, Ángel Víctor Torres atendía a los micrófonos de la Ser, mientras de algún bar cercano llegaba el sonido de una trompeta que tocaba la balada del cumpleaños feliz.

A las nueve de la mañana aún no estaba nada claro. Teodoro García Egea, secretario general del PP, estaba viajando hacia Canarias para cerrar un acuerdo de centro-derecha con los nacionalistas. Y se decía que todo estaba hecho. El líder de los socialistas gomeros, Casimiro Curbelo, había puesto una hora límite -las once de la mañana- para que le dijeran si existía otra alternativa. "Ahora mismo no tenemos nada que decidir, porque sólo hay una opción real para formar Gobierno en Canarias. La otra no existe" decía a los medios por la mañana.

Y nunca llegó a existir. Pasada la hora límite la Agrupación Socialista Gomera seguía sin noticias de Godot. El PP seguía reunido, discutiendo si la candidata a la Presidencia podría ser María Australia Navarro, lo que colocaría a Asier Antona a una posición muy desairada. Y Ciudadanos en Canarias seguía sin tener claro si apoyaba o no apoyaba el pacto porque no se localizaba en Madrid a quienes tenían que tomar la decisión.

El pacto de perdedores que ha sido siempre una tradición en Canarias, no ha funcionado en esta ocasión. Porque dos partidos, el PP y Ciudadanos, terminaron el enfrentamiento electoral y desembocaron en una guerra interna por el poder. Asier Antona dejó pasar la oportunidad de hacerse con la Presidencia y ha estado a punto de ser discretamente apartado, lo que habría provocado quién sabe qué deserciones en las filas parlamentarias de la derecha. Y en el caso de Ciudadanos, la fatal combinación de sus rayas rojas y la falta de decisión de su cúpula en Madrid, terminaron siendo el mejor cemento para que se fraguara el pacto entre el PSOE, Nueva Canarias, Unidas Podemos y ASG.

En una decisión insólita por estas tierras, Fernando Clavijo decidió apartarse para facilitar un gobierno en el que estuviera Coalición y salvar los acuerdos en cabildos y ayuntamientos. Su sacrificio llegó tarde. Pero ante el desastre interno de sus posibles aliados, populares y naranjas, cabe pensar que aunque lo hubiese planteado antes tampoco habría servido para nada. La izquierda gobernará porque el centro-derecha ha naufragado en las aguas fecales de sus luchas de poder intestino y en sus eternas indecisiones. Los señores del PP de Madrid hicieron un viaje en balde, por no decir que hicieron el mayor de los ridículos. Los de Ciudadanos se enterarán de lo ocurrido tal vez pasado mañana (esto no es Cataluña). Y el nacionalismo canario tendrá que atravesar un seco y árido desierto.