El turbulento río de la política en Canarias se acerca a la catarata de los acuerdos. La velocidad de las revueltas aguas se acelera y los nervios están a flor de piel. No estamos ante la formación de un pacto ideológico porque, como ya se sabe, hoy las ideologías son como la isla de San Borondón, una cosa imaginaria: una sombra que se proyecta sobre los mares de la Macarronesia guanche. Lo que se está ventilando, básicamente, es una sorda batalla por el poder institucional.

El problema, cuando consultan tu sabia opinión sobre el inmediato futuro, es que no hay forma humana de saber qué gallina va a poner qué huevo. Hay un ejército de ponederas. Y existe, tras ellos, presionando y bullendo, un ejército de gente cuyo modus vivendi depende, por perderlo o por ganarlo, de esa vasta red clientelar que es el poder. Porque los partidos se han convertido, con el devenir de nuestra democracia, en una agencia de colocaciones.

Luego también sucede que la montaña parió un ratón. La gran reforma electoral canaria, llamada a dar estabilidad y solvencia al Parlamento de las Islas, ha terminado siendo un churro. En pocas ocasiones la política ha estado tan fragmentada y en muchas menos tantos han dependido de tan pocos. Los grandes acuerdos políticos están a expensas de la decisión de cinco diputados. Tres de La Gomera y dos de ese extraño, convulso e indefinido partido llamado Ciudadanos. Son ellos los que tienen agarrado por el ponedero al gallinero político canario.

La última actualización del software del pacto es que Clavijo ha decidido dar un paso a un lado para permitir el pacto de centro derecha. Es una ofrenda a los naranjitos, neuróticos con eso de las imputaciones. Pero su sacrificio no garantiza que la mediocridad termine por entenderse. Hay tanta y tan generosamente repartida por todas partes que su supervivencia está garantizada en cualquier circunstancia.

El pacto de centro derecha tiene demasiado por delante. Le quedan por darse todas las dentelladas de un reparto de poderes que ni siquiera han comenzado a debatir. Lo único que tiene a su favor, siendo sinceros, es que el acuerdo alternativo está en manos de una izquierda que ha sido casi tan incompetente como ellos. Pero -a la fuerza ahorcan- esa izquierda se ha puesto tanto las pilas que hoy pretenden firmar un acuerdo para el acuerdo. O sea, atar los machos. Lo cual que es intentar evitar que fragüe ese pacto de perdedores que ha sido el modelo de éxito en la tradición política canaria. Hasta hoy.

Y por si alguien no lo ha percibido, una nota marginal. Los azares de la política nos están llevando a un desplazamiento del protagonismo hacia Las Palmas de Gran Canaria. Los liderazgos tinerfeños de socialistas, populares, naranjos y podemitas o sobreviven en la debilidad o han sido asesinados. Bienvenidos ahora a la fiesta los nacionalistas, que van camino de tener a sus cabezas de cartel en esa gran capital moderna cuyas luces se divisan tras el muro de grúas, contenedores y chatarra que forman el horizonte de este pueblo de pescadores.