"Esto es una especie de vodevil criollo en una pista de baile desangelada y perpleja", me dice un observador de la impactante coreografía de los pactos. Tiene razón. La pista de baile es, naturalmente, la sociedad civil canaria. Lo que ocurre es que la función se prolonga y comienza a caer el aburrimiento como una cascada vaporosa. Y, sobre todo, este enorme esfuerzo, este apetito incansable y desmedido, esta puñetera desazón que nos exaspera cuando se pretende imponer un retrato pueril de ángeles luchando contra las tinieblas, nace bajo la sospecha de los ciudadanos hastiados en todas las islas y todos los municipios.

Imagino que nadie recuerda lo que era un samwellerismo: era una expresión atribuida o atribuible a Sam Weller, uno de los personajes protagónicos de la primera novela de Dickens, Los papeles póstumos del club Pickwick. Pueden hacerse pasar por refranes unipersonales, valga la expresión, y solían estar empapados en un melancólico sarcasmo o una burla cruel. "Es como dijo aquel chico después de mucho esfuerzo para aprenderse el alfabeto", le dice Weller al señor Pickwick en una ocasión, "tanto trabajo para conseguir tan poco". Con los pactos políticos ocurre lo mismo. Tanta pasión, marrullería y sufrimiento para conseguir tan poco. Porque Canarias lo que necesita no son bloques incomunicados practicando danzas de guerra -con Casimiro Curbelo como equilibrista recorriendo el mecate en un sentido o en otro- sino compromisos transversales que se cumplan desde todos los grandes partidos del país en lo político y lo institucional, en lo económico y lo tributario, en lo social y lo medioambiental.

Los consensos de Canarias debieron desarrollarse en los años peores de la crisis económica: un conjunto de reformas legales y administrativas y de políticas anticíclicas negociadas entre la derecha y la izquierda a partir de la asunción -por todos- de los contenidos más avanzados y transformadores del Estatuto de Autonomía y el REF. Canarias, como comunidad autonómica, necesita una refundación desde ambos textos jurídicos. Necesita saber -y aplicar una estrategia de trabajo- cómo va a pagar sus pensiones a partir de 2030 y qué pensiones puede permitirse. Necesita conocer los límites presupuestarios que puede dedicar a los sistemas públicos de sanidad y educación. Necesita seguir aumentando, con más intensidad y rapidez, los fondos dedicados a las universidades y a los proyectos de investigación y el desarrollo con participación pública y privada. Necesita administraciones públicas con más músculo operativo y menos grasa burocrática. Necesita más cambios en la fiscalidad y más reformas para aumentar desesperadamente su productividad. Necesita más educación política y más pedagogía democrática. Necesita una administración de justicia mejor dotada profesional y tecnológicamente. Necesita abandonar la fantasía recurrente sobre las virtudes terapeúticas de la construcción o prepararse para el cañonazo que supondría un brexit salvaje.

Son consensos que solo pueden construirse si se metabolizan como objetivos y metodologías básicas que comprometen a todos: socialdemócratas, nacionalistas, conservadores, liberales y populistas de izquierdas. Les parecerá a ustedes un anhelo contradictorio y no universalizable, pero no queda más remedio que intentarlo. Simplemente porque la viabilidad de Canarias como comunidad política y sociedad democrática está en juego.