Siempre se nos ha amenazado con el tremendismo, con la solución final, con el estigma de la destrucción. Se nos dice que está definido cómo concluirá, como la finitud del ser humano está tocándonos a la puerta. Un grupo de investigadores señalan los peligros que podrían poner en peligro a la humanidad; el astrofísico de Cambridge sir Martin Rees da por sentando que nuestra especie solo tiene un cincuenta por ciento de posibilidades de sobrevivir al siglo XXI. Y nos dice que son dos las grandes amenazas: el cambio climático y las pandemias víricas.

Nick Crooks, investigador del Centro Tyndall para la investigación del cambio climático en la Universidad de East Anglia, considera que al final de este siglo los gases invernaderos estarán duplicados y que la temperatura media habrá aumentado al menos dos grados. Lo que quiere decir que hará más calor en la tierra que en el último millón y medio de años. Y si esto sucede: ¿cuáles son las consecuencias para el exterminio? La alteración del clima conduciría a una inseguridad alimentaria global causando migraciones masivas y conflictos territoriales ante el hecho de que en muchas partes del globo la vida será imposible.

La profesora María Zambón, viróloga y jefe del laboratorio de influenza de la Agencia de Protección de la Salud del Reino Unido, mantiene que cada siglo tiene una pandemia y este será el de los virus y si, además, los científicos añaden que la erupción de un supervolcán ocasionaría una destrucción masiva con los cual ante estas amenazas estaremos a la espera del apocalipsis.

Por si fuera poco, puede ocurrir el impacto de un meteorito con la Tierra, y además, para completar parte de la hecatombe que nos presagian, se cierne sobre nosotros la amenaza de los robots que suplirán al ser humano, al que dejaran desposeído de todas sus habilidades, quedándose como meros espectadores de la destrucción.

Y si unimos la amenaza de la explosión de una estrella, que puede estar presta a un impacto más que previsible, donde se podrá imponer la presencia de agujeros negros, que posiblemente establecerá un estado de materia jamás existido, la verdad es para preocuparse o para tomarse a pitorreo todas estas más que elucubraciones de la ciencia.

Siempre en la historia de la humanidad han existido catástrofes, amenazas de las mismas, guerras mundiales con millones y millones de muertos donde muchos de los que se enfrentan ni saben por qué lo hacen, mientras los que mandan desde el patio de butacas contemplan sin inmutarse las horribles escenas que han planificado.

Pero si seguimos la amenazas que la imaginación de los científicos nos muestran , esto no es nada nuevo, el miedo al apocalipsis esta ahí, producido por los hombres en sus afanes escondidos de poder; pero de eso a esperar con incertidumbre maniatada que serán los agentes externos los que nos van a fagocitar es perder el tiempo, cuando lo humanamente posible es tener la inteligencia dispuesta y tener claro que la salvación del ser humano, de tener alguna amenaza inminente o proyectada, solo puede ampararse, por supuesto en la ciencia, lejos de las creencias, pero sabiendo que la neutralidad de la ciencia muchas veces se pone en entredicho al no actuar como solución gratificante sino como elaboradora de la teoría de la destrucción.