Sánchez le ha pedido al independentismo que facilite su investidura y ERC ha respondido que la abstención tiene un precio. No hace falta ser un lince para saber que el precio es el indulto en el caso más probable que de que se produzcan sentencias condenatorias en el juicio del Supremo. Nada es gratis y mucho menos para los secesionistas catalanes. Junqueras dice que habría que volver cuanto antes a la política pero su obstinación y la de Torra en circular por la misma vía no hace más que presagiar una reedición del escenario anterior.

La investidura del presidente del Gobierno saldrá adelante en julio con la colaboración de los acusados de rebelarse contra España. En cualquier lugar del mundo resultaría imposible creerlo, aquí es simplemente un sarcasmo más de los que nos tiene acostumbrados nuestra política partidista y personalista de vía estrecha. La estabilidad del país en manos de quienes no tienen ningún interés sólo lleva a la conclusión de que el interés es otro. Es, como se suele decir, blanco y en botella.

Pedro Sánchez maneja la coartada de que se trata de la única opción existente después de haber jugado al gato y al ratón con Podemos, coqueteado sin éxito con Ciudadanos y amenazado con la convocatoria de otras elecciones. Al presidente socialista en funciones lo que pase con los independentistas le da exactamente igual. No es que quiera facilitarles las cosas, como alguien se empeña en insistir. Lo único que quiere es que se las faciliten a él. Pedro Sánchez gobierna para Pedro Sánchez, con la vista puesta en sus urgencias más inmediatas. Hasta dónde alcanza esa dependencia de la que le acusan lo iremos viendo.