En el año 2013, este país tenía una tasa de paro del 26% y, en el primer trimestre de 2019, bajó hasta el 15%, lo que podemos catalogar, numéricamente, como una mejora en el empleo.

Lo curioso es que habiendo más personas trabajando y, por tanto, ingresando salarios en su familia, no suba la inflación en la economía.

No soy muy ortodoxo a la hora de valorar que la inflación, por si misma, es perniciosa para la economía, pues su incidencia en la capacidad de consumo y en relación proporcional a la deuda, cuando está controlada, tiene unos importantes beneficios marginales para el desahogo de los presupuestos de empresas, familias y administración pública, no siendo así, aunque tenga efecto contrario, sobre el nivel de ahorro.

Hay un circuito económico que ha cambiado, que es el hecho de que, pese a haber disminuido la tasa de paro, el coste del factor trabajo no ha subido proporcionalmente. La mayor contratación a tiempo parcial baja las estadísticas, así como la proliferación de salarios sociales bajos, pero no aportan el mismo valor que el empleo a tiempo completo, que, por otra parte, fue el gran perjudicado por la crisis.

Si a esto añadimos el abaratamiento de tipos de interés y de la energía, debemos tener conciencia de que tenemos una inflación agazapada y amenazante, a las puertas de la recuperación económica.

En cualquier caso, las finanzas de las familias van mejorando y su situación patrimonial se consolida con un parque de viviendas que no desapareció, y que se va revalorizando, a la par que su rentabilidad inmobiliaria sigue subiendo mientras que la caída de la remuneración de saldos bancarios y depósitos sigue una senda bajista sin precedentes.

Y mientras que el rendimiento inmobiliario siga rentando más que los depósitos bancarios, los tipos de interés sigan bajos y el parque de viviendas siga estancado, la prudencia financiera seguirá viendo la inversión inmobiliaria como un refugio interesante en liquidez a medio plazo y alta rentabilidad a corto.

No obstante, nada debe distraernos de la economía real, pues es ella la que nos otorga, mayoritariamente, la posibilidad de sanear las arcas públicas y sostener la gran mayoría de economías familiares y empresariales.

*Vicepresidente del Consorcio de la Zona Especial Canaria