Tenemos la costumbre de valorar las cosas por el precio que las cosas tienen. Es la consecuencia de una cultura de mercado en la que los bienes y servicios tienen un coste y este coste se mide por su precio. Todo tiene un precio. Todo proyecto tiene un informe económico. Pero resulta que lo importante no tiene precio, solo tiene valor. Hay valores que no tienen precio. ¿Cuánto cuesta la amistad, la solidaridad, la fraternidad? No todo es dinero. La vida humana tiene valor, no tiene precio. Y cuando esto se asume como verdad personal y comunitaria se despierta la solidaridad como compromiso voluntario, generoso, creativamente valioso.

Los días 19 a 21 del mes pasado tuvo lugar en El Escorial (Madrid) el IX Congreso de Teología de la Caridad organizado por Cáritas de Hispano Latinoamérica y el Caribe. En esta ocasión el título elegido que dio marco a la reflexión de ponencias y mesas redonda fue El ejercicio de la Caridad y la Cultura del encuentro. Detrás está la propuesta de papa Francisco de luchar contra la cultura del descarte y la globalización de la indiferencia con muchas dosis de cultura del encuentro. Alrededor de 150 personas representando a las Cáritas nacionales de América latina y del Caribe y a las Cáritas diocesanas de nuestro país. Una experiencia de encuentro muy rica y enriquecedora.

Quería compartir el testimonio de la Cáritas de Ecuador. Una Cáritas que cuenta con escasos recursos económicos pero que han desarrollado un itinerario de desarrollo integral comunitario y solidario que lo quisiéramos para nuestros proyectos sociales de este lado del Atlántico. ¡Cuánto bien se puede hacer a las personas cuando se les ayuda a ser personas! Y eso tiene más valor que precio. La promoción de todas las personas y de la persona toda, en todas sus dimensiones. Desde la antropológica hasta la espiritual, pasando por las dimensiones social, cultural, económica, política y ética. Buscando crear espacios comunitarios de vida buena.

O el testimonio de Cáritas de Colombia, con sus propias dificultades y carencias y con una ingente actividad solidaria de acogida integral a los venezolanos que atraviesan los 2000 kilómetros de frontera compartida, donde la generosidad de pueblos hermanos tiene más valor que precio.

O el testimonio de Cáritas de Honduras que lamenta el vaciado de personas jóvenes preparadas que emigran buscando un futuro pero dejando su país con carencia de médicos, educadores, profesionales... No todo son las remesas, nos decía la responsable nacional de Cáritas, casi con lágrimas en sus ojos. Porque no todo se cuantifica en categorías de precio.

Detrás de cada persona se encierra un misterio de bien y de mal. Luchan en nosotros buscando dominar nuestra voluntad. Hay mal personal y lo hay social y estructural. Pero el corazón humano tiene añoranzas de fraternidad y comunión. Esta es una verdad casi absoluta. Promover el desarrollo integral de una persona es favorecer el bien que habita en su corazón. Y cuando una persona asume el bien en su vida, el mundo ya está cambiando. Y ese valor no tiene precio.

*Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

@juanpedrorivero