He visto a lo largo de mi carrera profesional estafas de todo tipo. Pero engañar a pacientes mayores y a la administración con medicamentos era lo que me faltaba por ver. Sanidad detectó que una farmacia del casco de Santa Cruz de Tenerife venía dispensando un grupo de fármacos carísimos y que eran prescritos por el mismo médico, quien, fíjate tú, ejercía su profesión en dos centros de salud de La Laguna. Lo trancaron.

La venta de estos medicamentos eran tan altas que la farmacia facturaba más dosis que las que facturaban el resto de todas las farmacias de Canarias. Todo bien pensado ¿eh? La Guardia Civil le metió mano al asunto y destapó la trapisonda de casi dos millones de euros. El medico emitía de forma masiva recetas a pensionistas y personas que no eran sus pacientes y que ni siquiera padecían la dolencia para el medicamento. Toma ya.

La botica facturaba el fármaco a Sanidad, aunque el medicamento no era siempre despachado y podían venderlo más veces. Así se mamaban repetidamente las subvenciones. Unos buenos pájaros. Ahora que se busquen un medicamento para la caída del pelo, porque de ésta se les va a caer la cabellera completa. Mira que hay que tener falta de escrúpulos para estafar, no a la administración (quien más quien menos lo intenta) sino para recetar, vender y robar a costa de pensionistas y mayores. Sinvergüenzas.