No entiendo por qué el líder de Nueva Canarias, Román Rodríguez, tienen aversión a situarse en el adecuado escenario político del nacionalismo que hoy mayoritariamente está representado por CC-PNC. Asunto que no es ni siquiera alarmante, dado que no olvidemos fue presidente de Canarias desde 1999 hasta 2003, bajo las siglas de CC, además cogobernando con el PP, sin que le saliera ningún tipo de roncha ni malestar que le impidiese terminar la legislatura. Con lo cual, podemos decir que en este complicado escenario de la política canaria todo puede suceder. Y es que, a veces nos titulamos de izquierdas y progresistas, pero otras se puede, sin rubor alguno, gobernar con la hoy, por él, denostada CC y con el PP.

Nueva Canarias insistentemente lanza su discurso programático, el cual puede ser compartido perfectamente por el nacionalismo de CC-PNC como así ha sido, pero que mejoraría sus indicadores si el nacionalismo fuera mayoría en el Gobierno que se pueda conformar con el concurso de otras fuerzas políticas. Cuestiones centradas en el desarrollo sostenible, impulso al empleo, lucha contra la pobreza, la potenciación de los servicios públicos y una fiscalidad progresiva; implicaciones y más que expone en su programa podrán conjuntamente implantarse porque también están en el programa de los otros nacionalistas.

Si se quedara fuera del Gobierno, porque el grupo que llama progresista, donde pretende integrarse, no pudiera gobernar por mor de los pactos, sus pretensiones caminarían hacia el espacio de la frustración y de la melancolía.

El dichoso campanilleo de denominarse progresista sí que nos parece una matraquilla que está fuera del contexto socio-político, porque habría que preguntarse ¿qué es ser progresista? Existe la inercia política de todos aquellos que se titulan de izquierdas, que manifestándose que son progresistas es como si tuvieran un pedigrí que los sitúa por encima de los demás, puesto que piensan que sus políticas son más exquisitas y de más alta calidad. Y no. Es falso. Y refiriéndonos a la izquierda, sí decir que nos hacemos eco de las palabras del filósofo francés, Baudrillard, cuando enfatiza que "la izquierda no ha bajado a la tierra sino que aún persiste en estado de divinidad".

La base ideológica del progresismo no está ni en la izquierda ni en la derecha, ni en un nacionalismo ni en otro, simplemente estriba, entre otros, en adoptar y desarrollar la solidaridad, impulsar una eficaz sanidad universal y gratuita sin listas de espera sangrantes, formar a los jóvenes con un programa educativo de excelencia educativa, en bajar las cifras de paro, en conseguir que los jubilados dispongan de los recursos necesarios para vivir con dignidad.

Y todo esto que en parte es lo que desea y prioriza cualquier gobierno nunca irá en contra de esas propuestas sociales que lo aparten de la implantación cada vez más necesaria de una sociedad del bienestar. Por lo cual, arrogarse la identidad del progresismo, como lo hace la izquierda, que se le llena la cara de esplendidez cuando pretende inscribir ese adjetivo como marca registrada de su política, es tener una visión corta de los conceptos socio-políticos. El término auténtico de progresista lo enfatizó el creador de la sociología, Augusto Comte, que lo registró en la siguiente frase: "el amor como principio, el orden como base y el vitalismo como fin." Lo que remarca y sentencia Ortega: "el progresismo no consiste en aniquilar hoy lo que sucedió ayer, sino todo lo contrario, en conservar la esencia del ayer, que tuvo la virtud de crear este hoy de mayor calidad".

Así que se hace necesario dejar atrás latinajos y martingalas semánticas y tender a consolidarse marcando juntos el camino del nacionalismo canario, puesto que no hay mejor satisfacción progresista que un pueblo pueda decidir sus rumbos cortando trabas y eludiendo los personalismos seculares que conducen a que unos se llamen así y otros de diferente manera, cuando en su esencia todos son o deben ser nacionalistas y estar en el mismo espacio político, sin más. Además, teniendo en cuenta que si la historia se repitiera, un acuerdo nacionalista con el PP daría la gobernabilidad de Canarias de manera determinante: CC-PNC=20 + NC=5 + PP=11= 36. Mayoría Absoluta. Entonces ¿a qué estamos esperando?