Se pensó que el mar iba a ser su cómplice mudo o un líquido abrazo donde purificar su retiro laboral, pero el mar lo hizo su rehén en un columpio sediento de memoria.

Introducimos así al protagonista de la prodigiosa novela El mar, el mar de Iris Murdoch, con la que obtuvo su autora la inmortalidad literaria (Booker Prize en 1978), y que se ha reeditado este año 2019, por la celebración internacional del centenario de su nacimiento en Irlanda. Aunque su vida transcurrió mayoritariamente en otra isla mayor, Gran Bretaña, en Oxford, donde estudió y fue profesora. Y también donde escribió su obra, entre filosofía y ensayo, teatro y poesía?, y sobre todo la parte que le dio fama nacional e internacional, sus 26 novelas, desde Bajo la red (1954), hasta la última, El dilema de Jackson (1995), pasando por La campana (1958), Amigos y amantes (1968), El sueño de Bruno (1969), La máquina del amor sagrado y profano (1974), etc. Iris murió de alzhéimer en 1999, con 79 años.

¿Cuánto deberá la literatura de Iris Murdoch al mar insular que tanto frecuentó en la costa británica como en sus viajes internacionales con su marido, el profesor y escritor John Bayley? Y un lugar privilegiado de esas visitas repetidas, a lo largo de tres décadas, fue la isla canaria de Lanzarote. El matrimonio de Borys y Audi Villers fueron sus anfitriones, desde su casa en Conil, del municipio de Tías. Cuenta John que trasnochaban alguna vez para ver cómo un tipo de cactus abría de noche su flor blanca, y que también preferían bañarse en los sitios menos masificados de la costa insular. Ese gran amor de Iris al agua fue constante, como en 1997 cuando la bañaba Audi en su casa de Lanzarote, ya con la demencia muy avanzada, y le pudo decir la frase completa: "Veo un ángel. Creo que eres tú".

¿Cómo una persona dedicada en cuerpo y alma a trabajar a diario con la parte más creativa de su cerebro puede desarrollar ese tipo de demencia? Ese es el gran misterio y paradoja que nos venimos planteando desde hace tiempo, sobre todo, en varias asignaturas de envejecimiento y salud. Podemos imaginar a la demencia tipo Alzheimer (DTA) como una efigie parecida a la de la Justicia con su balanza, pero en lugar de estar vendada, permanece muda; al no decirnos todavía qué parte de su balanza termina pesando más y por qué; si la de los factores de riesgo o la de los factores protectores, o su íntima interacción.

John Bayley, que falleció en Lanzarote en 2015, fue su cuidador informal permanente. De los detalles que cuenta en alguna entrevista y, sobre todo, en uno de sus libros dedicados a ella (Elegía a Iris, 1999), y que sirvió a Richard Eyre para su didáctica película Iris (2001), podríamos agruparlos, en principio, en factores opuestos, según los viene relacionando la literatura científica con esta demencia. Entre los posibles factores de riesgo: ambos progenitores fumadores y madre fallecida de Alzheimer; trabajar sin desayunar; tabaco y alcohol habitual; sin hábitos de cocinar en casa, detestar el pescado? Los protectores o de reserva cognitiva: alta formación intelectual y trabajo cognitivo-literario constante; nadar en agua fría y moverse en bicicleta, antes de su artritis; amplia red de amistades y relaciones afectivas con hombres y mujeres de gran nivel intelectual, escribir siempre a mano, etc.

A pesar de esas luces y sombras sobre esta balanza, que todavía navega muda para la ciencia, la gran obra humanista de Iris Murdoch sigue llenando y enriqueciendo uno de los lemas y objetivos irrenunciables del sujeto con memoria que es nuestra civilización: Nosce te ipsum/conócete a ti misma.

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