Las derrotas democráticas, como las meigas, existen. A veces son radicalmente injustas, otras muchas solo lo parecen. En las elecciones generales de 1982 el partido que llevaba un lustro gobernando España, la Unión de Centro Democrático, obtuvo apenas 12 diputados. Ni siquiera el entonces presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, consiguió el escaño. En realidad no había nada que lamentar. La UCD jamás fue una organización política sólida y cohesionada, sino un conjunto de facciones navajeras y fulanismos apesebrados, y agotada su utilidad operativa en los estertores del posfranquismo, perdió cualquier razón de ser. En las elecciones locales de 2007 Coalición Canaria presentó a José Carlos Mauricio -quien llevaba cuatro años al frente de la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno autonómico- como candidato a la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria. Ni siquiera ganó su propia acta de concejal. Nadie lloró demasiado. Mauricio ya no era un signo decodificable para el electorado, solo un político muy veterano que representaba en exclusiva -y en demasía- su propio afán de supervivencia.

Otras derrotas, en cambio, están vinculadas con un verdadero sentido de pérdida, como la que protagonizó Alternativa Sí se Puede en el municipio de Santa Cruz de Tenerife en los comicios municipales de mayo. En los últimos ocho años el equipo dirigido por Pedro Fernández Arcila desarrolló una labor de oposición en el Ayuntamiento chicharrero que ha mejorado la calidad democrática de la corporación: junto a la fiscalización estricta de la acción del gobierno se han dedicado a plantear alternativas y soluciones, estructurales o circunstanciales, dirigidas a dignificar la vida cotidiana de los vecinos, y no copiadas puerilmente de eslóganes, argumentarios y mociones precalentadas y enviadas desde Madrid. Sin renunciar un segundo al análisis crítico ni a la memoria histórica de los errores cometidos en la ciudad, Sí se Puede hizo política en Santa Cruz no desde el insulto metódico ni la payasada apocalíptica, sino desde el pragmatismo y la generosidad, pateándose diariamente barrios, caseríos y pueblos.

Alguien tendrá que explicar con detalle los auténticos motivos por los que Podemos e Izquierda Unida decidieron que en la confluencia de izquierdas para las elecciones locales no participara Alternativa Sí se Puede, aunque nadie ignora que el reparto de las posiciones en la plancha electoral fue -digamos- especialmente relevante. Mientras tanto, este jueves, a las siete y media de la tarde, será inaugurada por fin la plaza Domingo López Torres, en Los Gladiolos, una iniciativa de la concejal Yaiza Afonso que honra la memoria del que, con Agustín Espinosa, es el mayor poeta surrealista canario, asesinado por el franquismo, como lo fueron muchos cientos de isleños durante la Guerra Civil y en los primeros años de la dictadura. Una reparación simbólica que se ha retrasado demasiado, un recordatorio de las víctimas y su sufrimiento, una reivindicación de la palabra poética sobre la destrucción, el odio y la miseria moral. Una pequeña victoria de la dignidad ciudadana. Gracias.