La entrevista de Jorge Ramos a Nicolás Maduro es de visión obligatoria. El estilo de entrevistador de Ramos -a mi juicio un gran periodista liberal- no es el de Jordi Évole. No simula una ingenuidad bienintencionada que trafica con cortesías y hasta arrumacos para conseguir una imagen o una frase virilizable. Simplemente pregunta. Ramos va a preguntar, a hacer periodismo, no a fabricar un programa de televisión. Y eso, por supuesto, es intolerable para Maduro. Porque Jordi Évole le proporcionó un marco narrativo y gestual en el que sentirse cómodo y el periodista estadounidense solo busca respuestas explícitas a preguntas concretas formuladas crítica, pero respetuosamente. Sin el oxígeno evolesco Maduro estalla en todo su esplendor de bestezuela autoritaria, zafia y amenazante.

El líder chavista sabe perfectamente quien es Ramos y no puede ignorar el contenido más probable de su cuestionario. Con negarle la entrevista tenía bastante, y lo hizo más de una vez en el pasado. Pero accedió a recibirlo en Miraflores no para responderle -no iba a responder nada a esa escoria yanqui- sino para darle una lección. Para desacreditarle. Para insultarle. Para advertirle que se iba a tragar sus palabras "con una cocacola" (¿y por qué una coca cola y no una frescolita?) y para retirarle el material videográfico y echarlo del Palacio presidencial, con un par de horas retenido, para que escarmiente. "Tú eres un opositor de derechas que vives en Estados Unidos", increpa Maduro, "no solo eres un periodista". Es una frase muy reveladora: los periodistas resultan sospechosos de no serlo cuando viven en Estados Unidos y son, San Hugo nos libre, de derechas. Un buen periodista, un periodista libre de toda sospecha moral o deontológica, debe ser chavista, vivir en Petare -al menos seis meses al año, los otros seis puede sestear en Miami- y elogiar el diseño de las cajitas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, las cajitas de los clap con sus puñaditos de azúcar, lentejas y leche en polvo para pasar el mes chévere cambur, aunque sin cambur. Porque en Venezuela se vivía -bien o mal- hace veinte años. Ahora se sobrevive -mal o fatal- y cada día es una aventura para no caer en la miseria, para no ser derrotado por el abuso y la humillación de una dictadura meliflua y sangrienta.

Lo mejor es que hoy podemos disfrutar de la entrevista de Jorge Ramos a Maduro. No, no recuperó la grabación que le arrancaron de las manos los gorilas chavistas. Es aún mejor. La grabación que ustedes pueden disfrutar en las redes sociales está realizada por el área de Comunicación de la Presidencia de la República, que suele grabar las entrevistas que se le hacen al jefe de Estado. Es decir, es una filmación que se le ha filtrado a Ramos desde el Palacio de Milaflores, desde un despacho muy próximo al del propio Maduro. Estás rodeado, maldito canalla, y te vas a tragar tus crímenes como puñales y sin una gota de frescolita (o de cocacola) para aliviarlo.