No solo se evalúa el riesgo de ejercer el periodismo por el número de atentados contra los periodistas. No solo se mide por el porcentaje de profesionales asesinados por el simple hecho de ejercer el derecho de informar. Existen otros mecanismos del miedo desempeñados desde los altares de los gobiernos y los poderes fácticos para amedrentar a aquellos que cometen el error de contar las verdades. La hostilidad hacia los periodistas se traduce en muchas ocasiones por el odio que emana de los dirigentes políticos en numerosos países, y España no es ajena a una coyuntura que se evidencia de forma elegante. Son las presiones de guante blanco, un procedimiento aceptado a golpe de llamada de teléfono, de retirada de financiación gubernamental o empresarial a un medio de comunicación para alejar o hacer desaparecer del panorama periodístico a ciertos elementos subversivos que ponen en jaque al establishment. Se saben ganadores y lo ejercen como tal. Luego están aquellos profesionales que conviven con los del guante blanco, compartiendo risas y copas con políticos tras las ruedas de prensa y acordando informaciones en tiempo y forma para no alterar la relación establecida que más temprano que tarde dará sus frutos. Por supuesto, es una minoría, y en Tenerife muchos gozan de una alta credibilidad ponderada con excelentes trabajos de investigación e informaciones diarias que te hacen creer en un periodismo lo más objetivo posible. Quien hable de las maravillas del periodismo cien por cien libre, miente; es imposible, ni en España ni en Noruega. Estamos en el puesto 29. Sí, nuestro país se encuentra en una situación preocupante para la libertad de prensa. Según la tabla de Reporteros sin Fronteras, "al igual que en otros países democráticos occidentales, el odio a los periodistas se ha hecho presente en España". En esta línea, destaca que "la extrema polarización de la política catalana acabó por contagiar a los medios de comunicación y a sus audiencias; así, los periodistas se han convertido en una de las principales víctimas de las hostilidades. En los últimos 18 meses, RSF ha registrado en Cataluña cerca de 40 casos de ataques a periodistas, que van de "los insultos a las agresiones físicas". Por otro lado, "en 2018 se dictaron condenas por delitos como hacer apología al terrorismo, insulto a la corona y ofensa a los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, lo que creó un clima perjudicial para la libertad de información. En el otoño de 2018 se registró un caso grave de intento de violación al secreto de las fuentes de información periodísticas: la policía española requisó los teléfonos y ordenadores portátiles de dos periodistas que investigaban un caso de corrupción para identificar quién había filtrado la información". Mientras que en países como Eritrea o Turkmenistán los asesinatos a periodistas están a la orden del día, Namibia, Ghana o Letonia presentan mejores índices de libertad para hacer periodismo que España. Más compromiso.

@luisfeblesc