Pronto llegará el verano. Época para muchos de vacaciones, época para disfrutar del buen tiempo, ir a la playa, tomar el sol. Época donde toca sacar la ropa fina, más corta y, sobre todo, el bikini y bañador, una prenda de ropa que para muchos resulta un horror.

La importancia que a veces le damos a la apariencia física es tal, que la obsesión por conseguir la perfección puede llevarnos a cometer auténticas barbaridades en la forma de alimentarnos poniendo en riesgo nuestra salud tanto física como mental. Maldita operación bikini. Una puesta a punto bastante peligrosa con la que suele aparecer conductas obsesivas, aumentar complejos, inseguridades, mermar la autoestima y recaídas en personas con Trastornos de Conductas de Alimentación.

Es una realidad que la mujer es la que recibe casi en su totalidad las críticas sobre su físico, pero lo cierto es que la necesidad de hacer de su cuerpo algo perfecto también afecta a los hombres con trastornos por ejemplo como la vigorexia.

¿Qué efecto tiene la operación bikini? Cuando restringimos calorías de nuestro cuerpo, en un principio nuestro cuerpo se encuentra bien ya que estaba agotado de tanto exceso o dieta no saludable. Pero al cabo de pocos días, se enciende el piloto por falta de combustible. Tu cuerpo pide a gritos energía, pero como no se la puedes dar porque estás con la operación bikini, aparecen comportamientos irascibles, dolor de cabeza, dificultad a la hora de pensar con claridad, mal humor, etc. Finalmente, el cuerpo vence esta batalla y, de repente, vuelves a comer en exceso hasta que una vez más tu cuerpo vuelve a sentir el agotamiento por mal alimentarte y te pide de nuevo la restricción. En esto consta el círculo vicioso de la operación bikini que despierta en nosotros la sensación de frustración y fracaso. Además, el efecto rebote de estas dietas exprés existe y tiene su fundamento. Seguramente, si no le ha pasado a usted, conocerá a alguien que haya bajado bastante peso en poco tiempo y luego no solo recupera el peso anterior sino que sube más kilos aun. Esto se debe a que al bajar tan rápidamente de peso, lo primero que pierdes son líquidos y músculo, pero la grasa se pierde más lentamente. Por lo tanto, si en un mes bajas 12 kilos y vuelves a entrar en bucle con el círculo vicioso de estas dietas exprés comiendo alimentos poco nutritivos y en exceso, vas acumulando grasa porque por un lado la grasa se elimina lentamente pero se coge más rápidamente. Y a parte de acumular más grasa, recuperas líquidos y músculo. En resumen, estas dietas exprés ponen en riesgo no solo tu salud física sino tu salud emocional y además, con efecto rebote.

1.- Los milagros no existen. Acéptalo. No intentes conseguir en un mes lo que no has hecho durante el resto del año.

2.- Acéptate tal y como estás mientras comienzas a nutrirte de manera saludable. Quizás este verano no tengas el cuerpo que deseas, pero si eres constante llevando un hábito saludable de alimentación y ejercicio durante el resto del año, lucirás el tipín que quieres el siguiente verano.

3.- Está bien que te pongas retos y que quieras sentirte bien con lo que ves en el espejo, pero no convirtiéndolo en una obsesión. Eres mucho más que un cuerpo. Lo que te define no es lo que se ve. Eso te puede ayudar a llamar la atención en un primer momento, pero si después eres una persona con poca empatía, con poca educación y respeto, que miras por encima del hombro, que inviertes tu tiempo en juzgar sin conocer, etc., de poco te servirá ese cuerpo que has conseguido.

No por no tener una altura y unas medidas que dicen ser las ideales, dejas de tener un buen cuerpo. Dependiendo de a qué nos refiramos, unas personas presumirán de tenerlo y otras no, pero por lo general todos tenemos el cuerpo ideal para afrontar la vida con fuerza, entusiasmo e ilusión, que es lo que realmente necesitamos pero que no todos aplicamos.

Recuerda que de nada nos sirve tener un cuerpo ideal si no va acompañado de una cabeza bien amueblada.

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