El problema de la movilidad en la autopista TF-5 se ha convertido en un escollo sin remedio, por mucho que los distintos partidos políticos plateen alternativas, que en realidad tampoco conducen a nada. Precisamente, el error que comete la sociedad es asumir que ellos tienen en sus manos el método y la oportunidad para acabar con ese mal endémico; en realidad, esa misma sociedad debería ser más autocrítica, en el sentido de analizar cómo ha contribuido a que el parque automovilístico devore la Isla y qué opciones factibles y coherentes se podrían tomar entre todos.

Su politización quedó demostrada la semana pasada cuando el candidato del Partido Socialista Obrero Español a la Presidencia del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, acompañado de los también candidatos socialistas a las alcaldías del Norte de la Isla, utilizó este tema -en plena campaña electoral- para atacar a Coalición Canaria (CC) por su ineptitud para erradicarlo. Para ello, en la rueda de prensa, celebrada en las inmediaciones de esa vía, a la altura de La Matanza de Acentejo, expuso in situ lo que consideraba como sus evidentes soluciones, aprovechando el momento para realizarse la correspondiente fotografía en grupo con el fin de hacer un llamamiento al voto. De hecho, el motivo de efectuarse allí se debió a un factor estratégico: el único alcalde socialista, desde El Sauzal hasta Los Realejos, es el de ese municipio, Ignacio Rodríguez, que también exprimió la ocasión para publicitar el problema con un carácter unidireccional, como si solo afectase a sus vecinos, lo que constituye otra muestra del ejercicio de la individualidad política.

Los tinerfeños no tenemos conciencia colectiva, sino que actuamos a título personal y sin articular mecanismos plurales para garantizar el bien común porque esto último no es nuestro objetivo y nunca lo ha sido. Frente a otras sociedades más avanzadas, la de aquí no ha sido educada en la utilización habitual del transporte público ni en el respeto medioambiental. Por eso, las políticas de movilidad que plantean los partidos no inciden en la cuestión esencial: nadie está dispuesto a dejar su coche temporalmente en su casa porque esa forma de pensar es tan egocéntrica que asumimos que el bien de cada uno está siempre por encima del global.

Las propuestas de Pedro Martín están a la misma altura que las críticas que recibe CC, cuyo carácter esperpéntico se demuestra al pretender construir un tercer carril en la TF-1, desde Granadilla a Adeje, y la circunvalación de Los Rodeos. De nuevo, la solución más evidente es extender las garras del asfalto para engullir más espacio y garantizar la destrucción del entorno, es decir, garantizamos e incrementamos el uso del vehículo privado. A esto se suma que Ignacio Rodríguez, con una trayectoria de más de tres décadas como alcalde, nunca ha desarrollado ni defendido estrategias insulares de movilidad en las que se redujese el papel del coche y la apuesta por un tipo de desplazamientos más ecológicos; en cambio, y como otros alcaldes, apostó por la construcción del tren del Norte como garantía de progreso y descongestión de la TF-5, sin importarle el daño medioambiental.

Al mismo tiempo, la medida de los aparcamientos disuasorios no funciona, ya que el Cabildo la puso en marcha en su momento entre sus propios trabajadores de la zona Norte y tuvo que retirarla. Si tenemos en cuenta que la conurbación La Laguna-Santa Cruz de Tenerife tiene una relación muy fuerte con la estructura socioeconómica de la Isla, que ahora es imposible disociarla de esas colas kilométricas diarias, y que la población nunca modificará sus pautas si no obtiene una ganancia monetaria de por medio o se le impone unas obligaciones, al final no hay alternativa alguna. Por tanto, el cambio de mentalidad respecto al transporte debe ir acompañado de otro de toda esa estructura, algo impensable e imposible. No le demos más vueltas.

*Licenciado en Geografía e Historia