Se dice que todos los caminos llevan a Roma. Pero en Canarias todas las rutas políticas llevan a La Gomera. Casimiro Curbelo aseguró que su isla tendría la llave del Gobierno del Archipiélago y al final del recuento se ha quedado con el mando a distancia.

El ganador de las elecciones es sin duda el PSOE que trepa hasta los veinticinco diputados. Pero tener la mayoría no asegura el Gobierno, como bien saben otros líderes socialistas -Saavedra y López Aguilar- que ganaron con holgura y se fueron a la oposición. El mapa de poderes del Parlamento, como se preveía, se parece más a un cubo de Kubrik que a otra cosa. Para que haya un gobierno de izquierdas es necesario que el PSOE gobierne con Nueva Canarias y Podemos y que además sume a esos deletéreos e invencibles tres diputados de la aldea gala gomera de Curbelo. Alguien en el PSOE se debe estar tirando de los pelos en este momento, acordándose de los navajazos que le han dado a los socialistas gomeros, tan innecesaria como estúpidamente. El último, negarle formar grupo parlamentario con tres diputados, para quitarle financiación.

Las dos grandes frustraciones de estas elecciones son sin duda Podemos y Ciudadanos. Los primeros porque pierden poder. Y los segundos porque se siguen quedando en una promesa que no acaba de cumplirse.

Pero ambos partidos, especialmente Ciudadanos, siguen siendo también decisivos a la hora de conformar mayorías en varias instituciones. En La Laguna, el partido más votado -Coalición- probablemente no gobierne, si hay un pacto entre las tres fuerzas de izquierda -PSOE, Podemos y Avante- para desalojarle de la Alcaldía. En el Cabildo de Tenerife, Coalición ha resistido la ola que le ha llegado casi a la nariz, con un empate a consejeros y poco más de mil trescientos votos de ventaja -que le darían la investidura de Carlos Alonso- pero aún están pendientes de computar, el próximo miércoles, unos cinco o seis mil votos que faltan por contabilizar. Si se confirmara o ampliara la ventaja, CC tendría a tiro un pacto con el PP y Ciudadanos.

Ángel Víctor Torres, el líder socialista, debe estar ahora aquejado de un estrabismo político, con un ojo puesto en Madrid y otro en Canarias. Si Pedro Sánchez requiere los dos votos de Coalición Canaria para ser investido, las puertas en las Islas se abrirían a un pacto tantas veces negado con los nacionalistas. Coalición y Nueva Canarias tal vez deberían reflexionar sobre el hecho de que si el nacionalismo canario hubiera ido de la mano sería la fuerza más votada en las Islas. Por supuesto que no lo harán, porque sería un signo de inteligencia política. Lo que hacen ahora es las cuentas de los pactos del bloque de las izquierda o las derechas. Unos se deciden en Madrid y otros se ventilarán en las Islas. El único que no tiene nada que pensar es Casimiro Curbelo. La Gomera calla mientras espera que los siete islotes se aclaren. Y entonces ya veremos.