El mercantilismo fue una práctica económica anterior al liberalismo, en la que el Estado hacia uso de todo su poder para favorecer el comercio de un país. Lo que hace Trump es solo mercantilismo económico de nuevo cuño, y resulta tan excesivo y brutal como lo ha venido siendo el liberalismo globalizador de las últimas décadas. Sea como fuere, cuando la primera potencia económica del mundo rompe la baraja, hay que prepararse para otro juego. En esa situación, retrotraer Europa a un conjunto de naciones que hacen cada una su propia política sería literalmente un suicidio (ninguna tiene peso en el mercado global), pero seguir con un liberalismo a ultranza, ignorando que los demás jugadores han dejado de ser liberales, o, como en el caso de China, no lo han sido nunca, es otro modo de perder la partida. Así que lo que queda es apostar por una Europa con voluntad de controlar su futuro.